"El dinero es como un anillo
de hierro que nos hubiéramos
puesto en la nariz. Ahora, nos lleva adonde él
quiere, como si nos hubiéramos
olvidado de que lo forjamos nosotros".
Mark Kinney
Leonard Orr
rompe con uno de los mitos que nos asfixia desde hace varios siglos, y que en
la actualidad corrompe y destruye a Europa, sin que se alce una voz de
protesta, seria y responsable.
O quizás
existen esas voces, pero son ignoradas y omitidas por los medios masivos de
comunicación, y lo que es más grave, ignoradas en las bibliotecas de las
universidades que se dedican a la enseñanza de economía.
La frase
fabulosa es: imprimir dinero es un
derecho natural de toda persona. El dinero pertenece a todos.
Por ende, todo
sistema monetario de y para la comunidad, nace cuando ésta reúne y resuelve que
se puede utilizar como dinero. Uno, hábil para el dibujo, diagramará los
billetes, luego se llevan a la imprenta, se imprimen y se entregan a la
comunidad.
Ahora vendrá
determinar cual será el criterio que se utilizará para distribuirlo.
Quizás sea
conveniente darle a cada miembro la misma cantidad de dinero (ojo: no es
utópico, pues en muchas comunidades del mundo se aplica).Esto facilitará que
cada uno pueda comprar los bienes que producen los demás.
También es
cierto que luego de cierto tiempo algunos se quedarán sin dinero. Bajo el
sistema monetario vigente, quién padece esta situación debe someterse al
servicio de otros para poder subsistir. También es cierto que si no hay empleo
se acaban sus posibilidades de adquirir lo necesario (¿qué le sucede a la
radiante y antigua Europa?).
Como consecuencia
de todo ello, este sistema ya no sirve para nadie, los que producen no pueden
vender y los que consumen no pueden comprar.
Por ello, en un
sistema racional la distribución reiterada de dinero, allanaría el problema
siempre y cuando la misma esté sustentada en la generación de ideas, de
productos y servicios.
Para proceder
de esta manera es imprescindible conocer
la producción bruta real de una comunidad o una región. De aquí la
conveniencia de la elaboración del
producto bruto interno. Su desconocimiento facilita la injusta e inicua
distribución de la riqueza generada, por los caminos sagrados del mercado,
llevando a erigir castillos voluptuosos ante la miseria creciente de una parte
significativa de la comunidad.
Como afirma
Orr la producción es riqueza. El dinero
es simplemente una herramienta conveniente para facilitar el intercambio de
riquezas. El dinero es el sirviente de los consumidores.
En una
economía orgánica, el sistema monetario es propiedad de la comunidad, y esta
tiene el derecho natural de delegar su emisión en quien crea conveniente.
El último
colofón del sistema monetario vigente a nivel universal tuvo su origen en 1913
con la creación de la Reserva Federal ,
por la cuál el mismo Estados Unidos es esclavo de los bancos privados dueños de
la misma.
Más adelante
nos ocuparemos de su funcionamiento.
La riqueza económica es el conjunto de
bienes, servicios y conocimientos generados en una sociedad, nación o comunidad
determinada y el dinero es su unidad de medida en un momento determinado. El
dinero debe ser la expresión objetiva de ese patrimonio producido.
El dinero no fue
más que una invención a fin de facilitar la producción agrícola. Todo ello
generó ganancias que a su vez favorecieron una mayor y equitativa distribución
del trabajo social.
Las formas del
dinero aptas como unidades de medida de la riqueza social son aquellas que
combinan su aceptación, su existencia en cantidad suficiente y su distribución
equitativa a fin de evitar ingresos exultantes por un lado e indecentes por
otro.
Otro de los
aspectos esenciales de la libertad económica de los pueblos es determinar quien
y como se debe distribuir el dinero. Esto siempre dentro del esquema de una
moneda comunitaria.
Orr en infinidad
de conferencias dictadas sobre el particular afirma:
Una posibilidad es
dar a todos la misma cantidad de dinero.
Otra sería dar más
a quien produce más. Para ello también hay que establecer quien es el que
produce mayor cantidad de bienes.
La última, sería
darle el dinero a una persona determinada y permitir que la misma lo preste
ganándose un interés determinado.
Al ciudadano común
no le gusta ésta última alternativa, pero es la que rige en casi todos los
países del mundo.
Ejemplo, en
Estados Unidos la reserva Federal – banco privado – emite y luego es dado en
préstamo a la gente con un interés camuflado bajo el nombre de tasa prima.
En consecuencia,
cuando con el esfuerzo descomunal de tus privaciones familiares quieres
construirte tu propia casa, debes pagar un interés tanto al banco que emite el
dinero, como al que lo presta.
Pese a los tabúes
expuestos indeleblemente sobre el dinero, el funcionamiento de las monedas
comunitarias presenta un esquema original, descalificado y más aún, ignorado,
por quienes tienen el poder de producir dinero de la nada y lucrar con el
interés que tanto idolatran.
El dispositivo
primario de este sistema sería, primero distribuir por igual entre todos los
habitantes el dinero emitido, luego esa cantidad de dinero debe estar
relacionada con las ideas, productos y servicios a ser intercambiados en un
período determinado (Orr).
Por último, una
cantidad adicional de dinero será impresa o distribuida mensualmente - basándose en un porcentaje de las ventas
totales de ideas productos y servicios cada vez – a todos por igual (Orr),
La aprehensión
apropiada del dinero coadyuva en forma sustancial al logro de la independencia
económica de la comunidad y la
Nación.
Si esa
independencia económica es fructífera para todos, en el todos, por supuesto, se
incluye igualmente a los carenciados.
Aunque parezca
trivial, el dinero en sus distintas versiones y en su forma de utilización
provoca en el hombre, la familia y la comunidad diversas emociones,
comportamientos diversos y caminos que llevan a la unidad o disolución
comunitaria.
No en vano, luego
de siglos de existencia de un patrón monetario que podríamos llamar universal, ha
aparecido, no hace mucho una nueva posibilidad, por el bien y la felicidad del
hombre: las monedas comunitarias.
En la introducción
de este trabajo “Entre el abismo y la esperanza”, planteábamos
que los
gestores del poder mundial, han impuesto esa frase mística, entre otras, de desarrollo sustentable.
Indagaremos sobre
una frase que si, busca el beneficio del hombre y las comunidades: Abundancia
Sustentable.
Bernard Lietaer
afirma que la Abundancia
Sustentable brinda a la humanidad la capacidad de
crecer y florecer en el plano material, emocional y espiritual sin malgastar
recursos que puedan ser necesarios en el futuro.
En artículos
posteriores intentaremos desentrañar, entre otros tabúes, el de la moneda, para
que la balanza de la dinámica de la humanidad pueda revertir el presente, en el
cuál el abismo va desgajando con intensidad los últimos atisbos de esperanza
que aun permanecen vigentes.
AREA DE
INVESTIGACION
Nota: Leonard Orr ha sido un
visionario en la defensa de la moneda por el bien del hombre y de los pueblos.

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