jueves, 24 de mayo de 2012

ENTRE EL ABISMO Y LA ESPERANZA : El Dinero Por El Buen Vivir




"El dinero es como un anillo de hierro que nos hubiéramos
puesto en la nariz. Ahora, nos lleva adonde él quiere,  como si nos hubiéramos olvidado de que lo forjamos nosotros".
                                                                Mark Kinney


Leonard Orr rompe con uno de los mitos que nos asfixia desde hace varios siglos, y que en la actualidad corrompe y destruye a Europa, sin que se alce una voz de protesta, seria y responsable.
O quizás existen esas voces, pero son ignoradas y omitidas por los medios masivos de comunicación, y lo que es más grave, ignoradas en las bibliotecas de las universidades que se dedican a la enseñanza de economía.
La frase fabulosa es: imprimir dinero es un derecho natural de toda persona. El dinero pertenece a todos.
Por ende, todo sistema monetario de y para la comunidad, nace cuando ésta reúne y resuelve que se puede utilizar como dinero. Uno, hábil para el dibujo, diagramará los billetes, luego se llevan a la imprenta, se imprimen y se entregan a la comunidad.
Ahora vendrá determinar cual será el criterio que se utilizará para distribuirlo.
Quizás sea conveniente darle a cada miembro la misma cantidad de dinero (ojo: no es utópico, pues en muchas comunidades del mundo se aplica).Esto facilitará que cada uno pueda comprar los bienes que producen los demás.
También es cierto que luego de cierto tiempo algunos se quedarán sin dinero. Bajo el sistema monetario vigente, quién padece esta situación debe someterse al servicio de otros para poder subsistir. También es cierto que si no hay empleo se acaban sus posibilidades de adquirir lo necesario (¿qué le sucede a la radiante y antigua Europa?).
Como consecuencia de todo ello, este sistema ya no sirve para nadie, los que producen no pueden vender y los que consumen no pueden comprar.
Por ello, en un sistema racional la distribución reiterada de dinero, allanaría el problema siempre y cuando la misma esté sustentada en la generación de ideas, de productos y servicios.
Para proceder de esta manera es imprescindible conocer la producción bruta real de una comunidad o una región. De aquí la conveniencia de la elaboración del producto bruto interno. Su desconocimiento facilita la injusta e inicua distribución de la riqueza generada, por los caminos sagrados del mercado, llevando a erigir castillos voluptuosos ante la miseria creciente de una parte significativa de la comunidad.
Como afirma Orr la producción es riqueza. El dinero es simplemente una herramienta conveniente para facilitar el intercambio de riquezas. El dinero es el sirviente de los consumidores.
En una economía orgánica, el sistema monetario es propiedad de la comunidad, y esta tiene el derecho natural de delegar su emisión en quien crea conveniente.
El último colofón del sistema monetario vigente a nivel universal tuvo su origen en 1913 con la creación de la Reserva Federal, por la cuál el mismo Estados Unidos es esclavo de los bancos privados dueños de la misma.
Más adelante nos ocuparemos de su funcionamiento.
La riqueza económica es el conjunto de bienes, servicios y conocimientos generados en una sociedad, nación o comunidad determinada y el dinero es su unidad de medida en un momento determinado. El dinero debe ser la expresión objetiva de ese patrimonio producido.
El dinero no fue más que una invención a fin de facilitar la producción agrícola. Todo ello generó ganancias que a su vez favorecieron una mayor y equitativa distribución del trabajo social.
Las formas del dinero aptas como unidades de medida de la riqueza social son aquellas que combinan su aceptación, su existencia en cantidad suficiente y su distribución equitativa a fin de evitar ingresos exultantes por un lado e indecentes por otro.
Otro de los aspectos esenciales de la libertad económica de los pueblos es determinar quien y como se debe distribuir el dinero. Esto siempre dentro del esquema de una moneda comunitaria.
Orr en infinidad de conferencias dictadas sobre el particular afirma:
Una posibilidad es dar a todos la misma cantidad de dinero.
Otra sería dar más a quien produce más. Para ello también hay que establecer quien es el que produce mayor cantidad de bienes.
La última, sería darle el dinero a una persona determinada y permitir que la misma lo preste ganándose un interés determinado.
Al ciudadano común no le gusta ésta última alternativa, pero es la que rige en casi todos los países del mundo.  
Ejemplo, en Estados Unidos la reserva Federal – banco privado – emite y luego es dado en préstamo a la gente con un interés camuflado bajo el nombre de tasa prima.
En consecuencia, cuando con el esfuerzo descomunal de tus privaciones familiares quieres construirte tu propia casa, debes pagar un interés tanto al banco que emite el dinero, como al que lo presta.
Pese a los tabúes expuestos indeleblemente sobre el dinero, el funcionamiento de las monedas comunitarias presenta un esquema original, descalificado y más aún, ignorado, por quienes tienen el poder de producir dinero de la nada y lucrar con el interés que tanto idolatran.   
El dispositivo primario de este sistema sería, primero distribuir por igual entre todos los habitantes el dinero emitido, luego esa cantidad de dinero debe estar relacionada con las ideas, productos y servicios a ser intercambiados en un período determinado (Orr).  
Por último, una cantidad adicional de dinero será impresa o distribuida mensualmente  - basándose en un porcentaje de las ventas totales de ideas productos y servicios cada vez – a todos por igual (Orr),
La aprehensión apropiada del dinero coadyuva en forma sustancial al logro de la independencia económica de la comunidad y la Nación.
Si esa independencia económica es fructífera para todos, en el todos, por supuesto, se incluye igualmente a los carenciados. 
Aunque parezca trivial, el dinero en sus distintas versiones y en su forma de utilización provoca en el hombre, la familia y la comunidad diversas emociones, comportamientos diversos y caminos que llevan a la unidad o disolución comunitaria.
No en vano, luego de siglos de existencia de un patrón monetario que podríamos llamar universal, ha aparecido, no hace mucho una nueva posibilidad, por el bien y la felicidad del hombre: las monedas comunitarias.
En la introducción de este trabajo “Entre el abismo y la esperanza”, planteábamos que los gestores del poder mundial, han impuesto esa frase mística, entre otras, de desarrollo sustentable.
Indagaremos sobre una frase que si, busca el beneficio del hombre y las comunidades: Abundancia Sustentable.
Bernard Lietaer afirma que la Abundancia Sustentable brinda a la humanidad la capacidad de crecer y florecer en el plano material, emocional y espiritual sin malgastar recursos que puedan ser necesarios en el futuro
En artículos posteriores intentaremos desentrañar, entre otros tabúes, el de la moneda, para que la balanza de la dinámica de la humanidad pueda revertir el presente, en el cuál el abismo va desgajando con intensidad los últimos atisbos de esperanza que aun permanecen vigentes.
                                                                           AREA DE INVESTIGACION

Nota: Leonard Orr ha sido un visionario en la defensa de la moneda por el bien del hombre y de los pueblos.
  

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