Los medios masivos existen para mantener el estatu
quo, reforzar los miedos y prejuicios de la gente y garantizar que los
ciudadanos
no hagan olas. Hago lo que hago porque la televisión
hace dinero conmigo. Piensan que han sido tan eficaces estupidizando a la gente
que no tienen nada que temer con tipos como yo. Pero a la larga saben cuál es
el refrán: el capitalismo venderá la soga
con la que serán colgados.
Michael Moore
Cineasta-documentalista
Muchas causas
conducen a un Camino de Servidumbre, pero una de ellas es la que nos conmueve
y nos lleva a escribir estas líneas en este tiempo del año, en el que, los
efluvios por el nacimiento de Cristo aún permanecen; escribir también en este
tiempo de la historia, donde ya no es una osadía subjetiva, sino que son un
hecho de la realidad objetiva las reminiscencias del Estado Servil.
La causa que
nos ocupa es el uso de la moneda como forma de dominio de los pueblos.
Camino de
Servidumbre es también, un libro de Von Hayek,
exponente genuino de este capitalismo aciago y perverso.
En su desarrollo
promueve, este camino de sadismos a nivel universal que mutilan al hombre día a
día. También tiene que ver porque el escenario que observamos y exhibimos
condice con este infortunio mundialista.
Grecia, la
milenaria cuna de la cultura ha sido transformada en un burdel financiero,
donde el hombre es sometido a una esclavitud inmoral e inadmisible.
¿Qué se
necesita para que el hombre común entienda que la moneda es el camino de servidumbre – por
excelencia - de estos tiempos?
¿Será posible catequizar
la conciencia y motivar a pensadores
económicos para que digan la verdad?
Sarkozy, fiel
a su cosmovisión mundialista, en plena crisis griega, alentaba a los gobiernos
europeos para que facilitaran 120.000 millones de euros a fin de sostener el sistema tributario no progresivo de Grecia,
pues a través de éste se pagaba a los bancos alemanes y franceses.
Este nuevo paquete de “créditos reformados” presentado por los bancos como “rescate
de Grecia” hace que este país de Europa aumente los impuestos, reduzca gastos sociales, y que venda terrenos públicos, sitios turísticos, islas, puertos y agua.
Los rescatados de estos “créditos reformados” fueron
los bancos que tenían bonos alemanes y franceses por 54.000 millones de euros.
¿Cómo es
posible que el pueblo acepte que le privaticen infraestructura básica y
comprometan sus futuro para pagar a los bancos, en tanto que éstos otorgan
créditos para apoderarse de los recursos naturales?.
En los programas de austeridad y depreciación monetaria lo ciertamente
afectado es la mano de obra, pues los
combustibles y servicios tienen precios internacionales.
Esta
oligarquía financiera, sostenida intelectualmente por academias y universidades
en todo el mundo, pretende tanto en Grecia como en Irlanda, España, Portugal y
resto de Europa tener prioridad sobre la vida social y económica de los pueblos.
Este Camino
de Servidumbre, al que hacemos referencia, es instrumentado a través de
los mercados
libres, los que se transforman en planificación centralizada en manos
de los banqueros centralizados.
A su vez, los
mercados libres permiten que facturen precios de monopolio sobre los servicios
básicos a que son sometidos los europeos.
Los bonos del
gobierno griego están en poder del poder financiero, por ello éste exige al
gobierno mayor austeridad.
El presidente
del Banco Central Europeo Jean Claude Trichet afirmaba que si un país rescatado no cumple con su programa de ajuste financiero, se
requiere una segunda etapa otorgando a las autoridades del área euro una
participación más profunda y autoritaria.
El fin del
progresismo por la crisis de la deuda, siguiendo a Michael Hudson, alcanza el
punto cúlmine: la estrategia financiera ha llegado a su embeleso sorprendente:
La deuda oprobiosa y quimérica permite las
ejecuciones hipotecarias.
Constituye una
contrarrevolución para eliminar los magnánimos beneficios de mediados de Siglo
XX.
Pensiones,
seguridad social, salud y otros servicios esenciales se escurren como agua
entre los dedos de los angustiados milenarios habitantes de Europa.
Como sintetiza
Michael Hudson movilizar productividad y
tecnología de la revolución industrial para elevar los niveles de vida y
utilizar la imposición progresiva, la regulación pública, los bancos centrales
y la reforma financiera para distribuir equitativamente la riqueza, fueron
objetivos, ¡aunque más no sean económicos!, del pasado Siglo XX.
En este Siglo XXI, el objetivo financiero es lo
contrario: concentrar la riqueza en la cumbre de la pirámide económica y
reducir los ingresos de la fuerza laboral. A las altas finanzas les encantan
los salarios bajos.
Siguiendo a
Hudson es imprescindible distinguir entre iliquidez
e insolvencia. Ello para entender que
puede hacer un propietario al perder el trabajo – Europa -, tiene dos caminos, ¿vender la casa? o ¿permitir que el banco se la embargue y se quede con ella?.
En caso de iliquidez con un préstamo podrá hacer
frente al endeudamiento.
Ello puede
llegar a la insolvencia, primero cae
en patrimonio negativo, los préstamos profundizan su déficit y pierde su casa para
el BCE (Banco Central Europeo).
En este camino
de servidumbre, lo que promueven los lobistas financieros es que los acreedores
– bancos y sus aliados – se vayan quedando con los bienes de las familias y los
Estados, y en su funcionamiento fiel a los mecanismos del mercado, puedan
recuperar la liquidez ejecutando las hipotecas.
El común de la
gente cree, según el mismo economista, que todo es un problema de solvencia. La solvencia
se lograr cuando el estado de bienestar de una país, al menos, se mantiene en
iguales condiciones pese a algunos problemas existentes. Todo eso incompatible
con la pérdida de los beneficios de la seguridad social, salud, nivel de
empleo, etc. para que los financistas sigan engrosando sus arcas.
En todo este
desarrollo tienen una influencia decisiva las
empresas multinacionales – ligadas a los mecanismos financieros
internacionales – las cuales se fueron introduciendo subrepticiamente a fines
de los ochenta, para luego hacerlo descaradamente. Motivaron cambios
sustanciales en los ritmos de vida de los trabajadores, pues las empresas
locales se vieron obligadas a adoptar estos horarios confiscatorios de la
libertad a fin de mantener sus reducidas capacidades de venta. Luego fueron por
más, y los procesos productivos intensivos en capital y tecnología, y
depresivos en trabajo, hicieron ilusorio el eslogan que exhibía que cada puesto
local de trabajo que se perdía se transformaba en un manantial de nuevos y
paradisíacos trabajos. Nada de ello fue realidad, y Europa, cuna del buen vivir,
con una sintomatología similar, también sufre la voracidad de quienes detentan
el poder: la moneda.
En síntesis
muchos países de Europa padecen una hecatombe sin solución si los pueblos
sometidos no toman conciencia de la causa de sus males. Lo que se les solicita a países como Grecia es
que transfieran sus empresas nacionales y sus recursos naturales a la clase
financiera, extranjera por supuesto.
Ello implica pasar a una economía de control
centralizado reemplazando, así de simple, los gobernantes elegidos por el
pueblo, por administradores financieros.
Lo único que
interesa a los economistas que integran la UE (Unión Europea) y BCE (Banco Central Europeo) es
afirmar que Grecia podrá sobrevivir mientras tenga bienes para entregar a
cambio de nuevas prestaciones.
Las propuestas
de los organismos mencionados anteriormente, incluido el FMI (Fondo Monetario
Internacional) son las de imponer la
privatización de las empresas públicas y la austeridad a los sufridos habitantes griegos.
En próximas notas sobre el particular
trataremos de transformar de ilusión en realidad lo que con tanta vocación y
sapiencia sugiere Giacinto Auriti “La dignidad gratuita no existe, y yo pago porque quiero la propiedad popular de la
moneda”.
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