El mérito de una buena obra no depende de la dificultad objetiva de la misma sino de la intensidad de la caridad de la cual procede. Por este motivo la Virgen mereció más que todos los mártires juntos sin haber padecido una muerte cruenta.
“Las obras buenas que realizamos en gracia de Dios llevan consigo un mérito sobrenatural. La dificultad de una obra no aumenta el mérito de la misma, a no ser indirectamente y per accidens, en cuanto es signo de mayor caridad al emprenderla. El mérito se toma siempre de la bondad de la obra en sí misma y del motivo que nos impulsa a practicarla.
Santo Tomás lo explica con claridad:
"Importa más para la razón de mérito y de virtud lo bueno que lo difícil. De donde no todo lo que es más difícil es más meritorio, sino únicamente aquello que, además de difícil, es también mejor." (S. Th. II-II, q. 28. a . 7, ad 3)
La razón es porque el principio del mérito está en la caridad. Por eso es más meritorio hacer cosas fáciles con una gran caridad que llevar a cabo obras muy penosas con una caridad menor. Y así la Santísima Virgen , con su intensísima caridad, mereció más por los actos más sencillos y fáciles que todos los mártires juntos en medio de sus tormentos.” (Royo Marín).
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