martes, 20 de diciembre de 2016

CRISTO: ¿ES LA VERDAD?


CRISTO: ¿ES LA VERDAD?
“Yo para esto he venido al mundo, para dar      testimonio de la Verdad; oye mi vos. . . .”
Pilato le dijo: ¿Qué es la verdad?. . . .
                       Jn. 18,37

Se avecina una nueva Navidad, interpretada en nuestra reflexión, exclusivamente, como el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, Dios hecho hombre, para que, con su infinita misericordia salve al hombre. 
En los tiempos actuales se necesita una alta cuota de discernimiento para comprender con criterio cristiano las realidades que afectan al mundo.
Ya Pío X advertía sobre el gran movimiento de apostasía, organizado por todos los países,  para el establecimiento de una Iglesia universal que no tendrá ni dogmas, ni jerarquía, ni reglas para el espíritu, ni freno para las pasiones, y qué so pretexto de libertad y de dignidad humana, consagraría en el mundo, si pudiera triunfar, el reino legal de la astucia y de la fuerza y la opresión de los débiles, de los que sufren y trabajan.
El tema central de la Iglesia de Cristo radica alrededor de la verdad. El relativismo, el escepticismo que impregnan al mundo cada vez con fuerza mayor intentan hacer tambalear la barca de Pedro. Por cualquier fisura que surge, el mar de iniquidades penetra procurando transformarla en un vetusto barco a la deriva.
Nada mejor incorporar en esta parte de la exposición las sabias palabras de Mons. Fulton J. Sheen: Si yo no fuera católico y estuviera en busca de la verdadera Iglesia, buscaría una Iglesia que no se llevara bien con el mundo; en otras palabras, buscaría la Iglesia que fuera odiada por el mundo, debiendo ser odiada tanto como lo fue Ël cuando en su carne habitó la tierra. Si encontrara a Cristo en alguna iglesia hoy sería en la iglesia con la que el mundo no se lleva bien.
Es tan importante la Verdad, que quien la ama, quien siente pasión por ella, abandona hasta  las proposiciones mas tentadoras que se le puedan ofrecer.  
Sólo la pasión por la Verdad, lleva a quien la ama, la vive con ardor, a sacrificar en aras de la misma los eventos más pomposos, las fiestas más rimbombantes, moviéndose con austeridad, para manifestarla con arrojo pese a la ceguera de muchos, algunos del mundo, y de otros que pese a decir que no son del mundo, adhieren a éste, humillándose con los elogios que éste les proporciona. 
La Verdad es una e inmutable, es eterna, pero como lo pronuncia Plinio Corrêa de Oliveira los hombres siguen las modas; la verdad es seria y los hombres son frívolos; la verdad apunta el deber, al paso que los hombres quieren los placeres; en fin, la verdad es rígida y los hombres no tienen fibra. Por lo tanto, quien tiene la pasión de la verdad se expone, necesariamente, a la antipatía de los hombres, pero preferirá la verdad a los bienes temporales, a la carrera, a la fama y a la propia reputación. Será perseguido y acusado por los que prostituyen la verdad haciendo de ella un simple instrumento de su infatuación y codicia. Pero esto no es todo. La pasión de la verdad puede llevarlo a enmudecer durante años, mientras los otros se alzan ante la opinión y la crítica, por su producción de obras literarias y filosóficas. Sin embargo, permanecerá callado hasta que surja el único motivo que le hará manifestarse: dar testimonio de la verdad.
Muchas veces la defensa de la Verdad se diluye por el temor a ser considerado fundamentalista.
El hombre influenciado por todas estas nuevas religiosidades, new age, entre otras, reemplaza la responsabilidad de sus acciones ante Dios, por un profesar de una obligación frente al cosmos.
El sentirse bien, en forma, adecuado a las modas, en síntesis el hombre ligh, hace que quien demuestre seguir los pasos de Cristo, - la virtud heroica – sea tenido en cuenta como un perturbado de tiempos pasados.
Solo la ingenuidad no nos permite comprender que de este andamiaje del Nuevo Orden Mundial surge un nuevo credo religioso, al cuál cualquier ecumenismo le resulta afín.  
Dos personajes aciagos son contundentes en este sentido. Gorbachov afirma que la Carta de la Tierra representa la nueva ética para un nuevo mundo. Hans Küng sostiene, el Nuevo Orden no existirá sin una nueva ética planetaria.
Siguiendo a Sanahuja podemos atestiguar  que en el siglo XIX , la fe en el progreso, era de un optimismo tal que esperaba, en la marcha triunfal de la ciencia, un mejoramiento progresivo de la condición del mundo; en el siglo XX y prólogo del siglo XXI, esta misma fe, ha asumido una connotación política. Las promesas marxistas de alcanzar el paraíso en la tierra y los intentos liberales de lograr un bienestar absoluto, confluyen en el Nuevo Orden, que pretende mucho más.
Los que defienden y los que dicen defender la doctrina de Cristo deben sen conscientes que la aceptación de una ética de valores relativos, donde la Doctrina Social de la Iglesia se diluye en un amasijo amorfo del mensaje de Cristo, no hace más que revitalizar los principios del Nuevo Orden Mundial que apunta desmesuradamente a la destrucción de la Iglesia Católica, defensora de la Verdad que otorga al hombre la legítima Libertad.
                Roberto E. Franco



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