Los
acontecimientos que se suceden en el mundo y en particular en la Argentina,
ponen en el tapete la necesidad de desentrañar cuestiones de la realidad que
aparecen sumergidas en la anarquía intelectual.
Me
refiero específicamente al mundo de la economía, la cual en su insidiosa
hegemonía sobre todos los ámbitos de la vida del hombre ha hecho que todo
termine cosificado, transformando las cuentas de la macroeconomía en una suma y
resta de cosas sin tener en cuenta la presencia del hombre – como razón de ser
de la economía - en todos estos divagues.
Sucede
que los llamados economistas, casi sin excepción, están inmersos en una
cosmovisión del hombre que de a poco y sistemáticamente se fue imponiendo.
Las
dos visiones que se disputan el origen, el devenir y el futuro del hombre son
contrapuestas.
No
presentan ningún rasgo que permita un acercamiento o alguna posibilidad de
diálogo ecuménico, frase infausta de los últimos tiempos.
¡La
verdad es!
La
visión tradicional, adherida fielmente al orden natural la que sostiene que el
hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, y su destino es llevar una vida
moral, austera y orientada al destino sobrenatural que Dios le tiene reservado.
Como
todo se rige por el principio de unicidad, no debemos obviar que el orden
económico, en un ámbito inferior se rige ordenadamente por esos principios
encadenados entre sí.
La
otra visión, perversa, sesgada, define al hombre como un monstruo, responsable
de las iniquidades que se producen en nuestra tierra. Tiene la misma
importancia y valor que todos los demás seres vivos. Su origen es lejano pero
tiene un fulgor radiante con todas estas falacias que constituyen el capítulo
final que llevará, de concretarse, al nuevo orden mundial tal como como lo han
planificado los apóstoles de la ya cumplida
globalización.
La
visión tradicional se afianza con el "cameralismo" que "atribuye el crecimiento de la riqueza
y de la productividad al aumento de las ideas que afectan las capacidades
productivas del trabajo".
Se
transita del arte a la ciencia y logra que a través de la productividad
creciente el salario se mantenga digno, la tecnología (fundada en la ciencia y
ésta en la sabiduría) aumenta la productividad, y todo ello permite más y más
productos con la misma calidad.
Estos
pensadores, a través de la economía procuran una íntima relación entre "la vida, la libertad y la búsqueda de
la felicidad".
Por
el contrario los economistas dominantes
siguiendo a Locke relacionan "la vida, la libertad y la propiedad
"
Esta
economía anentrópica -¿cuántos la conocen? - fundada en el orden natural
demuestra las falsedades sobre el agotamiento de la naturaleza, y exponen la certeza de seguir alimentando a
7.000 millones de habitantes. Con el imperio de este orden económico hoy se
podrían estar alimentando 30.000 millones de habitantes.
Sucede,
que la decadente globalización, el imperialismo internacional de la usura, solo
quieren 1.000 millones de habitantes.
¡Quieren
el mundo para ellos!
Por
eso imponer las energías renovables, arma indeleble de estos criminales, evita
el desarrollo auténtico de los países sumergidos en la miseria, consolidando
los objetivos de la Agenda 2030, la que en síntesis procura acabar con la
pobreza: el método es acabar con los pobres.
Desde
1500 se viene consolidada esta puja desigual. Como dice LaRouche, por un lado
el "parásito" comunitario que se mueve a través de la usura, y el
"huésped" que se motiva en la impronta de la educación, en la
promoción de las ideas y de un avance tecnológico anentrópico que haga crecer
la producción de bienes necesarios, y el buen vivir, entendido éste como el destino
de la vida diaria al servicio de fines superiores.
Enfrascados
en su superioridad tanto "monetaria" como en "la perversa
difusión de su plan de dominación integral", desde entonces se conforman
con apropiarse solo de una parte de las emanaciones del producto bruto interno.
Pero
desde la década de 1960, consolidada su dominación y con el apoyo incondicional
de organismos internaciones a su servicio,
como Naciones Unidas, Reserva Federal,
Consejo de Relaciones Exteriores, Banco Mundial y tantos otros, el
dominio se hace absoluto y acompañado de nuevos organismos como el Fondo
Mundial para la Naturaleza, Greenpeace, Escuela de Frankfurt que avanzan en la
disolución familiar y social para consolidar sus profundas ansias de poder que
llevan a la esclavitud definitiva de la
humanidad.
El
Papa Francisco. sutilmente adhiere también a estos dislates, provocando la
consabida declinación de la Iglesia Católica y la pérdida constante de sus
fieles.
El
desconocimiento de principios teológicos, y filosóficos, la ignorancia
siniestra de la economía natural y de la economía sustentada en la física hacen
que transitemos en un mundo equívoco.
Estas
teorías concebidas aviesamente fueron evolucionando al son de las necesidades y
las posibilidades de infiltración de las universidades.
Hoy
día no escapa universidad dedicada a la economía que no tome como catecismo
irrefutable estos principios hegemónicos.
Como
consecuencia de esto, los tan elogiados economistas del sistema no resultan más
que contadores equilibristas de cuentas, porque todas las variables económicas
se expresan en función de una economía matemática - mal llamada economía - que
busca el equilibrio sin importar los
hechos que se miden.
Las
variables no son más que la traducción en números de los hechos que movilizan a
los hombres diariamente.
Por
ello, esos números deben están al servicio de los hombres, las familias y las
empresas genuinas, es decir el orden
económico natural.
En
una economía natural no hay dudas que esta efímera búsqueda de la retribución
del producto bruto interno, ante una mala distribución, no es otra cosa que el
infringir el orden económico natural.
Para finalizar, esta simplificación ideada por Leonard Orr,
pone en evidencia la concepción de la economía natural, por la cual el hombre
es creado a imagen y semejanza de Dios, dando por tierra todas estas teorías boga endiosando la madre tierra y la amazonia
entre otras cosas, que convergen en igualar a los hombres con los animales y
las plantas.
}Por
todo ello ¡cómo no va a ser la economía un amasijo de cifras a las cuales hay
que equilibrar por el bien de los titiriteros que nos quieren someter
definitivamente!
Roberto
E. Franco
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