ECONOMIA CATOLICA
Profundamente consternado por el
contenido de un artículo publicado en ese prestigioso diario, me llevó al leer
el título "No existe una economía católica derivada del Evangelio" y
como viejo zorro de las cuchillas de Montiel, me fui al final donde aparece el
Instituto Acton, y ¡ahí comprendí tamaña perfidia!
La economía, como lo anhelan
muchos, no constituye un fragmento aislado, dentro de las acciones de los
hombres, por el contrario ese principio de unicidad, propio de la filosofía
católica, también es aplicable en este contexto.
La economía es una de las tantas
actividades que tienen que ver con el hacer, pero subordinadas al ser para
alcanzar el fin último que es la salvación.
Si ponemos la pobreza como
objetivo esencial en el devenir económico,
y la misma se soluciona con la solidaridad, transformamos esta actividad
natural en un yerro disimulado.
¡Pero ese no es el derrotero
seguido por los precursores de la Economía Católica!
Este encasillamiento pérfido de
la Economía Católica esconde en su maraña algo que duele y provoca escozor en
el liberalismo y en todos aquellos ámbitos de la Iglesia que han salido -
imbuidos de su progresismo - en defensa directa y camuflada del Nuevo Orden
mundial.
Laudito Si es un claro ejemplo de
este proceder equívoco, como el Sínodo de la Amazonia, la defensa de la madre
tierra y tantos otros que ponen en jaque verdades inmutables y eternas.
Por ello, en este artículo
ambiguo se quiere reducir a lo que llama “Economía Católica” a una tercera vía,
favoreciendo una pronta conclusión de que solo existen dos vías originales:
capitalismo y marxismo.
Es totalmente malintencionado
aducir que el desafío de la Economía
Católica es la pobreza y su solución la solidaridad.
El error es fatal y grosero.
Hacer ese juego semántico haciendo responsable a la Economía Católica de que
para eliminar la pobreza, utiliza la "solidaridad" sacándole a los
que más tienen para darle a los más pobres y lograr la Justicia Social, no es
más que un descrédito injusto y erróneo de la Economía Católica.
Lo que sucede es que en el
Instituto Acton - al cuál he seguido durante muchos años - en el funcionamiento
de su "venerado mercado" se rigen por "la ley de la oferta y la
demanda" donde la "mano invisible" de Adam Smith tiene un valor
vital.
"Mano invisible",
"ventajas comparativas" y tantos otros dislates, constituyen la
sangre vital del mercado.
Pero se olvidan de una ley que es
esencial, anterior y subordinante de la ley de la oferta y la demanda.
La misma es propia de la economía
natural y de la Economía Católica.
Es la ley de la
"reciprocidad en los cambios".
Si esta ley se aplica, el mercado
es regulado adecuadamente y la solidaridad - enunciado de esta forma por el
sacerdote - no es imprescindible ni necesaria.
La "ley de la reciprocidad
en los cambios" es anterior a la "ley de la oferta y la demanda"
y procura lograr un equilibrio entre todos los demandantes para que puedan
acceder a los bienes imprescindibles para la vida.
Los liberales, aunque camuflados,
rehúyen aviesamente de esta ley - natural y católica - pues se opone a sus
espurios interesases, pues la misma evita la concentración de las actividades
económicas en pocas manos.
Una de las causas primarias de la
pobreza es precisamente la aplicación sagrada de la "ley de la oferta y la
demanda", la que al aplicarse solitariamente deviene irremediablemente en
disparidad pronunciada entre oferentes y demandantes, y al final del camino, la
oferta se concentra en pocas y grandes empresas - genera lamente extranjeras
-que manejan los precios a su antojo.
Esa visión de la economía que
realiza el sacerdote es propia del populismo y no de la Economía Católica.
Lord Acton fue un constante
crítico del nacionalismo y por ende de las soberanías nacionales y de la
Economía Católica.
Ahora existe una tendencia
generalizada a vincular erróneamente el populismo con el nacionalismo y la
defensa de la soberanía nacional.
La Economía Católica ha sido
expuesta por eminencias como Meinvielle, Palumbo, Liciciardo y tanto otros,
defenderla es la obligación de todo católico que transita por el sendero de la
Verdad y el Bien.
Roberto E. Franco
Profesor de Economía
MI DESEO, AUNQUE LO DUDO ES QUE LA NACION PUBLIQUE ESTA RESPUESTA
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