domingo, 25 de abril de 2021

El Papa Francisco y abismo del calentamiento, los eternos juegos mafiosos del Vaticano, la iglesia cae y satanás se ríe.

 

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Vivimos momentos contradictorios en los que parece que nos enredamos tirando fango unos contra otros. Respiramos en aire demasiado sulfuroso que ha entrado en el sancta sanctorum del templo sagrado de Dios. Con el cisma alemán en marcha complicando todo, pero poniendo sobre la mesa los problemas con los que pretendemos seguir jugando sin entrar nunca a fondo ni resolverlos jamás. El mundo se llena de falsos teólogos que hablan de todo menos de Dios, que se supone que es lo suyo. El aparato eclesiástico  crecido como un monstruo en estos últimos decenios reclama alimentos y el nerviosismo aumenta al ver la disminución en el número de contribuyentes, que no fieles, y empleamos las técnicas de marketing para captar nuevos seguidores, quizás cediendo a algunos temas morales «controvertidos del mundo»,  admitiendo cambios antropológicos que justificarían el cambio de posiciones morales anacrónicas  ahora superadas y desmanteladas. Son tiempos de mediocridad en la vivencia de la fe,  en dejarnos transfigurar por el Resucitado, hemos caído en un testimonio desvaído y políticamente correcto que reduce a la Iglesia a una agencia caritativa, entre otras.

El Papa Francisco se nos pone apocalíptico y Biden también. Llevamos decenios de previsiones apocalípticas que como es habitual, resultarán erróneas, y los compromisos asumidos irrealizables, pero  la presión sirve para justificar una intervención cada vez más fuerte del Estado en la economía y para restringir las libertades de los ciudadanos. ¿Cuánto falta para el fin del mundo?:  «Estamos al borde del abismo», «los próximos diez años serán decisivos»,  «Estamos en el límite, debemos invertir el camino de la autodestrucción». Este apocalipsis climático se ha anunciado al menos durante  50 años. Según un estudio reciente publicado en el International Journal of Global Warming se han registrado 79 pronósticos de la destrucción final del mundo causada por el cambio climático, a partir de 1970, desde el primer Día de la Tierra, 48 de estas predicciones del fin del mundo ya han expirado, nada de lo que se predijo se ha hecho realidad.

Este lunes en Rai3, la televisión pública italiana, a las 21.20 horas, volvemos a hablar del Vaticano con «Il sabotaggio», una investigación con testimonios inéditos revelan que el Vaticano podría haber evitado la supuesta estafa del edificio londinense, que costó 400 millones de euros. La oficina del auditor general de la Santa Sede había descubierto la inversión en la primavera de 2016, pero la Secretaría de Estado del Vaticano nunca proporcionó la documentación requerida. En el Vaticano, la mayoría de los profesionales elegidos para vigilar la transparencia y corrección de las transacciones financieras han sido sistemáticamente boicoteados, saboteados, detenidos, juzgados, expulsados, maltratados en los últimos años.

Los problemas no terminan en el Vaticano y la artista italo-sudafricana Alessia Babrow ha demandado a la Santa Sede porque su creación fue utilizada para el  sello festivo emitido para la Pascua 2020.  Alessia Babrow, después de intentar, sin éxito, todas las formas amistosas, ha optado por demandar a la Ciudad del Vaticano: «me ofrecieron una invitación a una audiencia pública con el Papa como «compensación», la cual decliné cortésmente, (…) envié dos avisos sucesivos para retirar el producto del mercado, por correo certificado, sin recibir respuesta, de manera extraoficial, me dijeron que a lo sumo estarían dispuestos a darme unos sellos. Entonces decidí ir a la corte, (…) puedo trabajar gratis, lo he hecho en el pasado, pero no acepto que otros se enriquezcan explotando mi trabajo sin consentimiento. No es una cuestión de dinero, sino de principios». Por ahora, pide al Vaticano 36.800 euros como indemnización por daño moral y  92.000 por daño material, equivalente a lo recaudado con la venta de sellos: “No necesito la sentencia de un tribunal para conocer el valor de mi trabajo”, “pero lo que más me duele en este asunto es no haber recibido la menor pizca de disculpa»

El grupo milanés San Donato, propietario de varios hospitales, incluido San Raffaele, está negociando con el Vaticano la compra del hospital romano Fatebenefratelli, ubicado en la isla Tiberina con problemas con acreedores y riesgo de quiebra.  El precio ronda los 200 millones y parece que ya pagaron un depósito, quieren cerrar en mayo la operación y evitar el cierre en octubre, Todo un símbolo de la actividad hospitalaria de la Iglesia en Roma que desaparece, las piezas caen con fichas de un dominó con una rapidez acelerada por la epidemia.

Terminamos con la oración compuesta por el Papa Benedicto, todavía cardenal,  en el Vía Crucis del 2005: “Señor, muchas veces tu Iglesia nos parece un barco que está a punto de hundirse, un barco que gotea por todos lados. E incluso en tu campo de trigo vemos más malas hierbas que trigo. El manto y el rostro sucios de tu Iglesia nos asustan. ¡Pero los ensuciamos nosotros mismos! Somos los que te traicionamos cada vez, después de todas nuestras grandes palabras, nuestros grandes gestos. Ten piedad de tu Iglesia: incluso dentro de ella, Adán siempre cae de nuevo. Con nuestra caída te arrastramos al suelo, y Satanás se ríe, porque espera que ya no puedas levantarte de esa caída; espera que, habiendo sido arrastrado a la caída por su Iglesia, permanezca derrotado en el suelo. Tú, sin embargo, te levantarás. Te levantaste, te levantaste y puedes levantarte también. Salva y santifica tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos «. Amén.

«…a un asalariado no le importan las ovejas».

Feliz domingo de Buen Pastor y buena lectura.

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