martes, 4 de mayo de 2021

Francisco nos pide que en mayo recemos por la regulación financiera

 

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En sus vídeos de intenciones de oración por meses, el Papa Francisco nos invita en mayo, mes dedicado a María, que recemos por la regulación de las finanzas. Por mi parte, permítanme que decline respetuosamente la invitación.

Su Santidad cree que la regulación del mercado financiero mundial es insuficiente. Es, naturalmente, una opinión muy respetable. Incluso es posible que sea acertadísima, confieso que lo ignoro, aunque también he oído lo contrario en personas que me merecen mucha confianza.

De hecho, el Santo Padre quiere invitarnos, en un vídeo, a que recemos a lo largo de este mes de mayo, a través de la Red Mundial de Oración del Papa, por la regulación financiera, por que haya más. Dice en su mensaje:

Mientras la economía real, la que crea trabajo, está en crisis, cuánta gente sin trabajo, los mercados financieros nunca han estado tan inflados como ahora.

¡Qué lejos está el mundo de las grandes finanzas de la vida de la mayoría de las personas!

Las finanzas, si no están reguladas, se convierten en pura especulación animada por algunas políticas monetarias.

Esta situación es insostenible. Es peligrosa.

Para evitar que los pobres vuelvan a pagar consecuencias hay que regular estrictamente la especulación financiera.

Especulación. Quiero subrayar el término.

¡Que las finanzas sean instrumentos de servicio, instrumentos para servir a la gente y cuidar la casa común!

Todavía estamos a tiempo de poner en marcha un proceso de cambio global para practicar una economía diferente, más justa, inclusiva, sostenible, que no deje a nadie atrás.

¡Hagámoslo! Y recemos para que los responsables del mundo financiero colaboren con los gobiernos, a fin de regular los mercados financieros para proteger a los ciudadanos en peligro”.

Mi experiencia (más ajena que propia, más histórica que actual) con las regulaciones de los gobiernos no es excelente, pero eso es totalmente irrelevante. Lo relevante es que se trata de un asunto hasta cierto punto técnico, en cualquier caso político y opinable para el que se me hace bastante raro rezar, muy especialmente en el momento en que vive ahora mismo la Iglesia.

Si yo fuera Specola, podría incluso añadir que ese deseo de mayor regulación podría aplicarse, en primer lugar, a los dineros vaticanos, que andan de boca en boca y no para bien, un Estado del que es, con todo el diálogo y la escucha atenta que se quiera, soberano absoluto y autoridad inapelable.

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