Carbonia, Italia, 09 de enero de 2019
Con todo Mi Ser vengo a daros amor, soy todo amor soy vuestro Dios Amor, vuestro Creador.
Preparaos, hijitos, para todo lo que ha de venir, sucederá ahora, en estas horas que ya se desvanecen de la vida.
Hijos míos, cread para vosotros un corazón puro, envolveos en Mí, estad quietos en Mí, sólo Yo soy el que salva.
Se acercan horas de decadencia para Mi Iglesia en la tierra, horas aciagas para Mis consagrados, para todos aquellos que se han alejado de Mí para preferir a Mi adversario.
Estaré al lado de Mis elegidos, los llevaré a la victoria, serán los bendecidos de Dios.
He aquí que el cometa ha pasado, los pastores han visitado al Niño en su cuna, el cielo se ha cubierto de luces, las estrellas han salido a saludar al Niño Rey.
Ahora, todos los que me seguís, en verdad os digo: no cultivéis tesoros terrenales sino celestiales, Dios ve y provee. No os afanéis en las cosas de este mundo, todo ha terminado, las falsas luces se extinguirán y la Luz Eterna del Amor aparecerá para iluminar la Nueva Tierra con el nuevo pueblo de Dios.
Moved vuestros corazones hacia Mí, no os distraigáis con los intereses de este mundo, pues ahora borraré todo lo que no Me pertenece, manteneos puros en Mí.
¡Ahora vendrá la gran derrota económica! Toda Europa estará desesperada, pero los que han sido fieles a Mí, a su Dios-Amor, no tendrán que temer ningún mal, Yo estaré a su lado y les proveeré, mientras que los que todavía intentáis aceptar al dios del dinero en vosotros, lloraréis y os crujirán los dientes.
Amigos del Resucitado, he aquí que la gran fiesta resuena en el aire: la Pascua de Resurrección para todos los que abracen el Santo Evangelio de Jesús.
Dejad todo lo que pertenece a este mundo, revestíos de luz y pedid al Señor de la mies que envíe pastores buenos y santos. La Verdad está en el mundo, pero el mundo finge no ver, no oír; será el fin para los hijos insensatos.
Preparad vuestras casas, pero sobre todo vuestros corazones.
Os bendigo y os exhorto a la fidelidad absoluta a Mí.
Soy Yo quien os habla, Yo quien os guía; no escuchéis ni sigáis ninguna otra voz. ¡Amén!
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