viernes, 15 de marzo de 2024

CAOS, TU ERES MI ARMA BIEN AMADA

 


El caos siempre tuvo una participación activa en la vida de las sociedades.

En la lucha entre el Bien y el Mal, el caos es un ariete, es un arma indeleble del Mal. 

En las comunidades aferradas a la tierra “la tierra, es el paisaje constante, inmutable, inamovible, es la creencia de que la eternidad existe, sí, de que la eternidad existe, de que la eternidad es”, encontramos los valores subyacentes de las comunidades aferradas al orden, al orden natural. El Bien es la impronta de la vida diaria y comunitaria.

El orden, entendido en su infalible significado se desgrana suave y armoniosamente, de arriba hacia abajo, poniendo una palabra esencial en todo ese recorrido: el servicio.

Y el mar es cambio, y el cambio es algo líquido, la licuación. “El mar es desencarnado, el mar es cambio, es una metáfora del tiempo. El tiempo, el devenir no es eternidad, no es algo constante, es otra forma de vida. Concepto de mar como renovación, progreso, dinámica, movilidad. Se construye una civilización alternativa, una civilización sin frontera, alternativa frente a la civilización de la tierra. Es todo lo que no es la civilización de la tierra. Todo es disolvente, la licuación como metáfora. Todas las jerarquías se diluyen en la civilización del mar”.

El caos con su malsano halito destructivo es rechazado naturalmente por las sociedades organizadas según el orden natural.

El caos es propio del Mar, hace a su esencia, a su impronta descarnada de piratería, fraude, robo, destrucción de las identidades nacionales.

El caos es un arma letal del maligno y la usa subrepticiamente utilizando herramientas inicuas que tienen un poder de convicción tremendo ante una muchedumbre vacía de contenidos tanto educativos como espirituales. 

¡Y ahí aparece el último escalón para la imposición del caos y lograr sus siniestros objetivos!

¡El lenguaje inclusivo!

¡Ay logos! ¿Dónde estás?

El logos es la esencia de la vida diaria, es la condición natural de la comunicación entre los seres humanos.

En la traza del mundo y la convivencia, representaba el orden y la armonía.

Logrado el orden y la armonía, se avanza en la búsqueda infinita de la verdad, a partir de la cual se logra el bien y el amor tantas veces mencionado, y tantas veces malinterpretado.

¿Cómo puede ser que el caos diluya y demuela el orden de las comunidades?

¿Fríamente calculado y cuidadosamente ejecutado, quedan dudas que a un hombre le queda lejos tanta sincronización?

Todo se ha ido dando armónicamente y con una perfección asombrosa.

No queda nada, la otrora clase media transformada y diluida, y entonces la gente se agrupa en dos tipos masificados, por un lado los que todavía gozan de los efluvios de la globalización, y por otro aquellos que miran al estado como el gurú salvador de sus padecimientos.

Y en el entremedio tantos argentinos honestos, piadosos, trabajadores, forjadores de la Patria, otrora señores fecundos de la clase media, que miran hacia adelante y sobre todo hacia arriba en la búsqueda, a través de su trabajo y su esfuerzo, del bienestar eterno, único paliativo a tanta desdicha y malicia de este mundo.

Algunos abanderados de estas políticas prebendarias, propias del caos, exigen descaradamente la liquidación del esfuerzo y del resultado del trabajo de tantos (cada vez menos) productores agropecuarios esforzados y sufrientes de tantos agravios y tantas ofensas.

Esos mismos olvidan a los terratenientes de las finanzas, a los nuevos ricos de dudosa procedencia, y a deportistas que gracias a una idolatría pagana y aviesa, todos ellos se van quedando con los bienes de los que amaban de verdad al campo y la vida de la contemplación.  

En el horizonte, en el arriba, nada, nada, y los malvados ya se sientan a la mesa a engullir tan rico manjar condimentado oportunamente con tan ricos aderezos. . . . . . . . . . , y abajo los perros hambrientos devoran las migas que esparcen los infames.

                                                                                Roberto Franco

3.8.22

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