domingo, 10 de marzo de 2024

MUCHOS ARTISTAS DIFUSORES DEL CAOS GLOBALISTA

 

 

“Mediante la actividad humana, debidamente organizada,

resulta el bien de la cultura o realización de la misma”

Mons. Octavio Derisi

 

En este mundo decadente y alejado definitivamente del más mínimo atisbo de intelectualidad y búsqueda de la verdad, como lo afirma Alberto Buela Lamas, “en una sociedad como la nuestra, de consumo, opulenta para pocos, cuyo dios es el mercado, la imagen reemplazó al concepto. Es que se dejó de leer para mirar, aun cuando rara vez se ve. Y así los artistas, actores, cantantes, locutores y conductores de televisión han reemplazado a los intelectuales”.

Todo deviene de la Revolución Francesa cuando los filósofos fueron desterrados aviesamente, y empezaron a aparecen sucedáneos, no de una categoría inferior, sino directamente personajes impresentables navegando como modelos de la sociedad de consumo, carentes de toda acometida intelectual, y rayando en la vulgaridad más desopilante.

Para entender estos dislates de personajes que se creen omnipotentes en el mundo de la ignorancia, es menester empezar a entender que es la cultura.

¡No cualquier barullo es cultura!

Como lo decía con sapiencia Mons. Octavio Derisi la cultura es una actividad espiritual inteligente y libre que el hombre realiza para su propia perfección o para el perfeccionamiento de las cosas en función de su propio bien personal, mediante la realización de valores.

Todo este enjambre nocivo, como lo afirma Buela,  viene de la Revolución Francesa cuando los filósofos pasaron al ostracismo y fueron reemplazos por pseudos filósofos cuya finalidad es la disolución de las bases éticas y culturales que hicieron virtuosas y decentes las naciones.  

A esta afirmación de su origen en la Revolución Francesa, hay que agregarle la perversa putrefacción intelectual y moral que originaron y promovieron la Escuela de Frankfurt y el Instituto Tabistock.

Personajes tuneados, deformando la imagen que Dios y la naturaleza nos han dado, exhalan gritos e improperios a una juventud virgen de verdad y valores, que los incorporan como propios y los difunden en un deplorable escenario cotidiano.

Si salimos de la narrativa del nuevo orden mundial, sería interesante conocer la relación de Theodor Adorno (Escuela de Frankfurt) con el inefable John Lennon, para comprender los orígenes y la naturaleza de esta decadencia en que se encuentra inmersa la humanidad.

Para aclarar que la cultura no es cualquier desquicio profanada por artistas y cantantes, entre otros, se debe entender que la misma se da en el hacer, transformando las cosas con las habilidades de la artesanía y la técnica.    

Luego las transforma con el arte, en función del valor de la belleza.

Por último, al contemplar, el hombre conduce la inteligencia a la verdad, con los hábitos de la ciencia y la sabiduría en el conocimiento teorético, y con los hábitos de la ciencia y la sabiduría en el ámbito del conocimiento práctico, del hacer técnico y del obrar moral.  

Para no ir más lejos aquí están algunas de las letras, hay miles, de los que se dicen ser dueños y poseedores de la cultura.

“Un aprendiz ejemplar/ siempre te pido más/ Los más bajos instintos a disposición/ En la piel llevas marcas de satisfacción/ ¡Al suelo y deme cien!/ Quiero verte trabajar/ Te espero en la oscuridad/ Demos un paseo inmoral”

Para salir de fiesta/ bailando reguetón en cámara lenta/ le metemo' cumbia, la que revienta/
Pónmela lenta, pónmela lenta”.

Dentro de La cultura latina-hispánica se ubica una específica cultura argentina. En ella se han introducido realizaciones defectuosas que la afean y deterioran.   

Para lograr una cultura cada día más arraigada y perfecta se deben afianzar y desarrollar los auténticos valores propios, para ser mejores hombres y hermanos entre sí.   

                                                                                    Roberto Franco

 

 

 

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