La más completa representación del Anticristo
se ha encontrado en la bestia que sale del mar, que san Juan exhibe en su
capítulo trece.
Según se deduce de la Biblia , en los últimos
tiempos aparecerá un Anticristo que superará a los anteriores en poder y
maldad. Es al que san Pablo llama el “Hombre del Pecado”. Muchos lo adorarán y
serán extraviados por sus obras grandiosas y su manera grandilocuente de
hablar.
Obrará con astucia, proclamando una falsa
religión sin dogmas, sin sacrificio, sin cruz, centrada en un falso ecumenismo,
en donde se adorará a la naturaleza y no a Dios, el Creador de la misma; una
paz irenista, basada en el hombre mesiánico y autoproclamado todopoderoso
San Juan, por anticipado, nos asegura que Jesús viene
para vencer definitivamente los poderes que obstaculizan el reinado de Dios.
Un manto de
sombras, una penosa nube de falsedades y engaños invaden al hombre, sin
distinción de corrientes religiosas.
Ese ámbito,
inseparable de la vida toda del hombre – el espiritual – es el que ha recibido
los mayores embates hacia el vuelo tedioso, infructuoso, que arribará
irremediablemente al abismo.
Algunos
pensadores católicos, imbuidos y conocedores de la gravedad del momento,
profundizan su esclarecedor vuelo teológico en la búsqueda de algún resquicio
que permita recuperar el tiempo pérfido para lograr imponer nuevamente la
verdad sobre el engaño tenebroso de banalidades, desencantos, abdicaciones y
adoraciones fragmentadas que instalan al Dios de lo superficial - el Anticristo – desterrando al Cristo del
heroísmo, de la sencillez y sobre todo de la verdad inmutable.
Como implora
Mihura Seeber ¿no es imprescindible conocer y desentrañar al Anticristo para
poder desenmascararlo?
Descifrando el
Anticristo, veremos el recrudecimiento del Mal, como augurio de la venida
definitiva de Cristo.
Dos armas
letales acompañan su tránsito hacia la consecución de sus perversos objetivos.
Por un lado el
eficacísimo poder de seducción por
las ofertas del mundo democrático-hedonístico, y por otro, el mantenimiento de estructuras de poder
autoritarias y belicosas.
Entonces los
ingredientes están dados, para cocinar el guiso que producirá el Anticristo
personal, poder de seducción ligh, y
poder de coacción violenta, hard.
Desde los
centros del poder mundial se quiere identificar a occidente –el Anticristo -
con el Cristianismo de siempre.
Y en el entre
tanto la turba deambula y naufraga sin brújula, sin poder distinguir a Cristo
de su impostor.
En este vacío,
en esta soledad dogmática, el hombre incondicional a la fe, va mechando
inconcientemente facetas de ambos extremos irreconciliables.
El hombre
siempre ha tenido conciencia de que proviene de una naturaleza enferma. Esta
afirmación no es excluyente de la Iglesia
Católica. Por ende, si existe conciencia de esa falta
cometida (Pecado), el hombre accede a un estado de insatisfacción tal que
siente la necesidad espiritual de resarcir la falta cometida.
Mihura
discurre en dos desarreglos de la naturaleza humana que necesitan de salvación:
La Culpa y la Pena. La primacía dada por
el hombre a la reparación por la Culpa , deviene en
la satisfacción de la
Divinidad por la Ofensa. Por ende, el hombre
logra la liberación de la Pena , la que
constituye el remedio que la Culpa ha ocasionado
al hombre. La Culpa es el pecado mismo, la ofensa a Dios, la Pena
el efecto fatal de la culpa sobre la naturaleza: el dolor, la enfermedad y la
muerte.
Sintetizando,
- siempre con Mihura - el sacrificio de Cristo salva al hombre del mal mayor de
la Culpa , hace desaparecer la Culpa , la borra, porque
Dios se satisface con la inmolación de su Unigénito. Pero, además, salva de las Penas.
Sería
demasiado extenso embestir las innumerables facetas en las cuales el Anticristo
se hace fuerte y consigue adeptos incondicionales. Pero sólo nos ocuparemos de
algunas cuestiones esenciales como la tecnología y la Verdad.
Así como
Cristo de la reparación de las Culpas,
mitiga las Penas, el Anticristo, al
contrario, asume la culpa y propone un mundo terrenal sin penas ni dolores, sin
odios y sin guerras.
Entonces uno
de los prodigios de ese mundo paradisíaco propuesto sin embates, es la ciencia-tecnología.
Es así, porque
la tecnología actual, y sólo la actual, ha transpuesto los umbrales
inimaginables hasta hace algunas décadas y procura en su itinerario cumplir los
fines del Anticristo a que nos referíamos anteriormente.
La tecnología
posmoderna, adherida plenamente al positivismo científico tiene la insolencia
de penetrar en la naturaleza para transmutarla. Ejemplo de ello son la física
con la fisión nuclear, la biología, la genética, loa clonación, etc.
El positivismo
no creía en las esencias, la tecnología actual va mucho más lejos, las
transforma. Esto, ayudado por el malicioso accionar de los medios de comunicación,
hace creer que esta tecnología tiene capacidad creadora y puede osadamente
suplantar a Dios.
Es tal el
desatino puesto en evidencia, que lo que propone y se lleva a cabo ya, es
modificar el Orden Natural
Esta
entelequia es mucho más grave, porque ya no se engendra un desorden en lo
accidental, como es el pecado, sino que ya modifica y deprava las esencias.
La naturaleza
ya no es más esa belleza que Dios nos proveyó para que nos sirviéramos de ella,
pero también para contemplarla, para dejarla emerger y retoñar por si sola.
¿Puede Cristo
suscitar tamaña felonía?
Como
reflexiona Mihura Seeber se hace fe a la tecnología,
se hace fe al hombre, se hace fe al Anticristo.
Todo hombre
debe interrogarse acerca del principio de unidad que reúne todas las cosas que
existen.
Y es el logos,
precisamente, quien tiene la misión de recoger
o reunir. Es el logos el que da el
sentido a todo lo que existe.
La falta de
logos nos lleva a vivir en el desasosiego por el desconocimiento de la verdad, es una forma sutil de vivir
en la esclavitud y el servilismo. La falta de logos es la diversidad, el
caos.
Si el hombre
no accede a la unidad, en la actividad de la que se ocupa, solo apreciará su
dimensión utilitaria, sirve para, y pierde sentido todo, hasta
el hombre mismo.
Como la verdad
se revela ante el hombre, nuestra misión originaria no es su búsqueda, sino su manifestación. Por ello debemos sacarla a luz.
El segundo
paso, es el pensar la verdad, lo que se expresa por la contemplación.
Pero, a su
vez, ese saber originario – la verdad – es esencialmente comunitario. De ahí deviene
el quehacer académico (la teoría) que
es contemplativa y es la Filosofía.
Por todo ello
de la Filosofía
proviene todo saber, aunque sea sobre un aspecto parcial de la realidad, debe
ser instrumento de la
Verdad , la Unidad.
Pero, la Verdad , la Unidad por su
riqueza infinita se manifiesta y se oculta al mismo tiempo. Esto es lo que
conduce a la tarea noble de la
Universidad : la investigación.
La investigación debe seguir la huella, es
decir la Verdad.
Todo ésto está
en total dicotomía con la ciencia moderna
y su técnica procedente; independizadas,
desintegradas alejadas de su deber natural: la
Unidad.
En la Unidad ,
sí, sólo en la Unidad , todo tiene
lógica, sentido común.
Por todo ello
es extremadamente pernicioso el accionar de la dictadura de la ciencia y la
técnica, apartadas de los fundamentos de la Verdad. De esta manera surge en
el hombre el ansia de lo insaciable,
creciendo - siguiendo a Sáenz – extensivamente pero no intensivamente.
Crece hacia adelante, pero no hacia arriba. Crece en lo superficial pero no en
profundidad.
En síntesis,
todo diálogo, toda búsqueda de consenso será efímero, si la huella que todo lo
motiva, que todo lo mueve, no es la Verdad.
Este mundo
posmoderno pluralista y tolerante ha sabido desacreditar el dogmatismo propio
de la Iglesia
Católica – por ello el mundo occidental no tiene nada que lo
relacione con esa Iglesia – y su relativismo ataca tenazmente la verdad. ¡La
verdad no existe! Nadie puede afirmar que la posee. Ello sería una osadía
imperdonable.
En tiempos en
que el ecumenismo adquiere una dimensión
excluyente, la prudencia debe imperar
para que, en la Iglesia
no se haga carne el pluralismo de la
verdad.
Para el
Cardenal Giacomo Biffi - siguiendo a Soloviev - en los ejercicios espirituales
que predicó en el 2007 a
la Curia Romana
con la presencia del Papa afirma que el
Anticristo será pacifista, ecologista y ecumenista.
Pacifista porque
prometió la paz y les será dada; ecologista
porque el nuevo amo del mundo será ante todo un filántropo, amigo de los
hombres y de los animales; y ecumenista
porque buscará el consenso a través de concesiones..., demostrando a todos el
mismo amor.
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