Este artículo fue publicado po0r nuestro Centro en el 2010, pero su actualidad es perenne, máxime con la presentación falsa y perversa de los Juegos Olímpicos
SALVEMOS EL PLANETA
“Che, todos apaguen la luz
por
el bien del planeta”
Juan Rodolfo
Msj. 2.4.10 -
19,12 hs.
Hay que salvar al hombre de la degradación espiritual
y moral a la que lo ha sumido una filosofía decadente que puso, al mismo
hombre por encima de Dios y, al perderse la jerarquía de reales valores, la
humanidad ha caído en la fagocitación de ella misma por el subjetivismo y
el liberalismo que destruyeron la idea de la Ciudad de Dios que en la Edad Media se cernía
como ideal absoluto.
Esto es lo que destruye verdaderamente al hombre y al
planeta. Salvemos al hombre!!!!!
"¡Alabado sea Jesucristo!"
Pbro. Pedro Emilio Rojas.-
Se observa una
permanente preocupación de la humanidad toda por el deterioro del planeta.
Además, los medio de comunicación exponen con exactitud meridiana los dictados
de los poderosos del mundo. Así también se expresan infinidad de organizaciones
no gubernamentales que proliferan de una manera asombrosa en los lugares más
distantes del planeta.
Es un imperativo,
un clamor, un grito desgarrado que busca de manera obcecada ese objetivo
imperioso de salvar el planeta.
A nadie escapa
la situación comprometida que atraviesa nuestra casa grande.
Muchas veces
también se dimensionan exageradamente algunas teorías que, como en el caso de
la última reunión de Copenhague, quedan al descubierto artimañas que persiguen
intereses inconfesables de algunos.
Lo que sí es
evidente es que desde el umbral de la modernidad, con esa combinación
instantánea y sucesiva de ideas entremezcladas como liberalismo, Revolución
Francesa, luego marxismo y al final globalización se observa un descuido
generalizado por el buen ser, para expandir los juicios del buen hacer y
acceder al buen tener paradigma excluyente de nuestro tiempo.
Al recibir el
mensaje de texto incluido al comienzo me pareció de una hipocresía absoluto el
mensaje de los medios masivos de información, los cuales por una rara
coincidencia - ¿o no? – lisonjeaban con adjetivos análogos grandilocuentes todos,
la idea de mantener al planeta por una hora en sombras.
¿El planeta
está en peligro?
No cabe
ninguna duda.
Pero, ¿qué se
hace para evitar su derrumbe definitivo?
Aparentemente
mucho, pero los resultados de esta lucha despiadada contra el deterioro del
planeta no se observan.
Para los
centros de poder, que sostienen y patrocinan a muchas organizaciones no
gubernamentales, pareciera que una causa esencial de este flagelo despiadado
fuese la población.
Somos muchos,
deberíamos ser muchos menos.
¿Cuántos?
De los seis
mil quinientos millones de habitantes que hay, para algunos, se debería arribar
a unos quinientos millones para que el equilibrio retornase a la tierra y el
azote del deterioro planetario desapareciese definitivamente.
No en vano se
promueve casi por unanimidad en todo el planeta la imperiosa y legítima
necesidad del aborto.
Causa espanto
en los noticiosos de los medios masivos contemplar al periodista cuando ensalza
a un grupo de médicos que han dado vida a un niño con posibilidades mínimas de
sobrevivir. Inmediatamente justifica el accionar de un juez que aprueba un
aborto, sea cual sea las razones, sabiéndose con certeza que hay decenas de
familias deseosas de adoptar a esa vida que se trunca, y sin medir las
consecuencias psicológicas de quien compulsivamente es sometida a tan vil
asesinato.
Son las
consecuencias de las fragmentaciones filosóficas e ideológicas de dominación a
que nos someten sin que emitamos el mínima lamento por temor a perder la parte
del banquete que nos permiten disfrutar.
Pero, ¿el
planeta es el que está en verdadero peligro?.
Una vez más
pareciera que sí.
Es simple, si
eliminamos el noventa por ciento de la población, el deterioro ambiental se
reduciría.
¿Se reduciría
realmente?
¿O los que
quedasen seguirían produciendo y consumiendo por ellos y por los que ya no
están?.
¿Los
responsables son los que se piensa eliminar o son los que quedarán una vez que
se eliminen los excedentes?
¿La población
excedente es la responsable de los dislates productivos de excentricidades que
solo sirven para paliar el vacío espiritual de una minoría insaciable?.
¿Consumen los
siervos de los países sometidos lo que tanto producen hoy en empresas fantasmas,
globalizadas, que deambulan de un lugar a otro, buscando reducir los costos en
lo más insignificante de estos tiempos: los hombres?
Es posible
salvar el planeta con esta conformación moral y económica que padece la
humanidad?
¿Bajo esta
apreciación, lo ideal sería eliminar a todo el hombre, y entonces sí el planeta
retozaría de alegría?
Pero, entonces
quedaría un mundo inerte, sin vida, sin la maravilla más completa creada por
Dios: el hombre.
Por ello,
sería necesario para salvar el planeta, primero salvar al hombre.
La causa del
deterioro del planeta, la hecatombe a la que es sometida la humanidad se
origina en el consumismo desmedido e irregular.
Es tal la
distorsión social que acontece que en este estado servil en el que peregrinamos
ya no basta con hablar y esgrimir soluciones efímeras. Ya se cuentan en el
mundo por millones, los indigentes y miserables, para los cuales los pobres
constituyen la categoría inferior de los que viven con un nivel de vida
rebosante.
La catástrofe
es sistémica.
Los gerentes
de este nuevo orden mundial ya evidente, mientras pretenden eliminar a los
seres humanos que rebasan los límites aceptables para sus intereses, continúan
expandiendo ese mundo virtual en el que la tecnología es el arma esencial para
justificar tal macabra destrucción de la humanidad.
Pero, en el
entre tanto, le siguen inculcando a los pobres, indigentes y excluidos ese
fastuoso deseo infinito de chatarras generadas por las empresas del mundo para
que mientras vivan se saturen de esas escorias que calman las apetencias
infinitas.
Y el día que
no estén, si logran su cometido, seguirán castigando el planeta induciendo a la
producción de más y más bienes superfluos para sosegar las deidades efímeras de
los elegidos de la posmodernidad.
¿Es ineludible salvar al hombre?
Si aplicamos
el análisis lógico de la
Creación , pese a las teorías “políticamente correctas” que
tratan de minimizarla o demolerla con fines inconfesables, es evidente que su
derrotero por este mundo avanza irremediablemente a un callejón sin destino.
Desde su
conformación humana el hombre ha exteriorizado distintos criterios de adecuación
al hábitat del cual tiene el mandato de Dios de dominarlo y ponerlo al servicio
de todos.
Sintetizando
estos diversos criterios de comportamiento, observamos que dos paradigmas
incluyen, en distintos grados de complementación, este proceder histórico del
hombre.
En los últimos
siglos se visualiza una agudización de la percepción materialista del
despliegue de sus actos.
En los
primeros siglos del segundo milenio se produjo prácticamente la abolición del
estado servil.
El hombre
caracterizaba su accionar por lo cansino de sus actos.
Mientras más
tecnología estimule las empresas y agobien más y más al hombre que las mantienen
en funcionamiento, más se consolidan los objetivos perseguidos.
Se incrementa
el uso de los recursos naturales requeridos por la técnica, se sumerge al
hombre en la oscuridad de la servidumbre y se estandarizan los procesos
productivos para que en un día no muy lejano una sola empresa en el lugar menos
conflictivo y más accesible a la explotación y la contaminación, produzca lo
necesario, para que los elegidos deambulen sin límites gozando de las
maravillas del mundo.
El
capitalismo, más que con su explosión científica y técnica, ha causado el
menoscabo integral del universo con la decadencia filosófica y moral que llevan
explícita el dislate científico y técnico.
Hay que
indagar en la visión del hombre que se quiera robustecer, para encontrar un ser
individualista motivado por la acción y el consumo, o una visión de un ser
solidario, arraigado, refugiado en la familia y en la sociedades intermedias
naturales que priorice las bondades infinitas de la contemplación que conduce
al acceso de las verdades eternas.
CENTRO
DE INVESTIGACIONES
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