
| 23 diciembre, 2019
Benedicto XVI aparece como uno de los encubridores de Marcial Maciel.
En InfoVaticana no podíamos dejar de comentar la película ‘Los dos papas’, de Fernando Meirelles, ya que trata, “inspirada en hechos reales”, la relación de los dos Papas vivos, Benedicto XVI, que no sale muy bien parado, y Francisco, que aparece como el Papa que necesitaba la Iglesia.
No vamos a analizarla cinematográficamente, al margen de reconocer la magistral actuación de Anthony Hopkins y la buena ambientación. Si fuera una película de ciencia ficción no entraríamos a hablar de ella. El problema es que la presentan como “inspirada en hechos reales”, casi todos los personajes que aparecen existen, y mezclan verdades, medias verdades y mentiras sin que el espectador pueda separar lo auténtico de lo inventado.
Ambos pontífices son presentados como representantes de las dos Iglesias enfrentadas, y a lo largo de la película Benedicto va convenciéndose de que lo necesario es lo que encarna Bergoglio, y acaba deseando que sea elegido como su sucesor.
El relato comienza con la muerte de Juan Pablo II y el cónclave que eligió a su sucesor, Joseph Ratzinger. Durante el mismo, a Bergoglio le sitúan muy cercano al cardenal Carlo María Martini, el adalid del sector progresista en la Iglesia por aquel entonces.
Limes, una prestigiosa revista italiana de información geopolítica, publicó hace años el supuesto diario que un cardenal redactó durante el cónclave de 2005. Pues es este diario la guía con la que describen el cónclave en la película.
Ratzinger es el que más apoyos recibe en la primera votación, pero salta la sorpresa cuando Bergoglio, y no el cardenal Martini, aparece en segunda posición, convirtiéndose en la opción ‘progresista’ para parar la elección de Ratzinger. Cuando el cardenal encargado va diciendo en alto los votos a Bergoglio, se puede ver el semblante contrariado del futuro Benedicto XVI, como si su aspiración fuera llegar al papado.
Bergoglio, durante los corrillos fuera de la Capilla Sixtina, apoya explícitamente la candidatura de Martini. En esos mismos corrillos presentan a Ratzinger ‘buscando’ los votos para su candidatura. Al finalizar el cónclave, en una escena calcada a la real, Benedicto XVI se asoma al balcón de la Plaza de San Pedro como nuevo Papa. Bergoglio expresa su opinión: “Han votado para que las reformas que no se hicieron sigan sin hacerse”.
La historia se traslada entonces al año 2012, cuando Bergoglio viaja a Roma a pedirle a Benedicto XVI que acepte su renuncia como cardenal arzobispo de Buenos Aires, antes de cumplir 75 años, porque quiere ser un cura y estar en una parroquia.
El encuentro es en Castel Gandolfo, donde Benedicto XVI aparece como su enemigo y alguien completamente fuera de la realidad, alguien extraño, arisco y solitario. “Creo que dar la comunión no es una recompensa para los virtuosos sino alimento para los hambrientos”, le dice Bergoglio a Ratzinger en referencia a los divorciados.
Dirigiéndose a Benedicto, Bergoglio habla de “Su Iglesia”, la de Ratzinger, y manifiesta que no quiere “seguir siendo el vendedor de un producto” que no puede respaldar con la conciencia tranquila.
Benedicto XVI hace referencia a que Bergoglio, cuando era rector del Colegio Máximo en Buenos Aires, mandó retirar los libros relacionados con el marxismo del seminario. Bergoglio asiente serio y añade que también tildó al matrimonio homosexual de diabólico. “Cambié”, dice.
Ratzinger a lo largo de la película hace continuas referencias a que busca a Dios, a que no oye su voz, perdido, como si estuviera sufriendo una crisis de fe, una noche oscura. “Necesito un audífono espiritual”, dice en un momento. Parece que sólo le interesa tocar el piano, beber fanta y, como aparece en la película, ver su serie favorita: Rex, un policía diferente.
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En otra parte de la película, ya en Roma, en el ‘cuarto de las lágrimas’ de la Capilla Sixtina, retoman la conversación y llega el momento de las ‘confesiones’.
Aparece entonces una de las cuestiones con las que intentaron atacar a Francisco a principio de su pontificado, su actuación durante la dictadura militar de Videla. Pero incluso aquí Bergoglio aparece muy bien, confiesa que pudo hacer más por ayudar a la gente, mientras Benedicto le intenta quitar hierro al asunto.
Distinta es la confesión de Benedicto XVI, en la que el pontífice alemán confiesa acerca del ‘caso maciel’, dando a entender que fue uno de los encubridores de sus terroríficos crímenes.
La película termina con la elección de Francisco como Papa, incluyendo aquel rumor que circuló por los medios, según el cual Bergoglio habría rechazado la muceta pontificia diciendo “se acabó el carnaval”.
En resumen, es una película engañosa, ya que mezcla ficción con hechos reales, dando lugar a la confusión para la gente que no esté muy puesta en asuntos eclesiales. Contrapone a un Benedicto caricaturizado, raro, alejado del mundo, con un Bergoglio humilde, bueno, santo. Es una hagiografía del pontífice argentino y llama la atención que una plataforma como Netflix se haya prestado a promocionar esa imagen de un Papa de la Iglesia católica.
Al conocido sacerdote James Martin le ha gustado la película. “Me gustó #TheTwoPopes . Bellamente escrita y perfectamente actuada. Conmovedor, sutil, sorprendente. Representaciones sensibles y matizadas tanto del papa emérito Benedicto XVI como del papa Francisco. Además, el número requerido de chistes jesuitas. Una visita obligada para todos los católicos”, dijo en su cuenta de Twitter.
I loved #TheTwoPopes. Beautifully written and perfectly acted. Moving, subtle, surprising. Sensitive and nuanced portrayals of both Pope Emeritus Benedict XVI and Pope Francis.
Plus, the requisite number of Jesuit jokes.
A must-see for all Catholics.
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Pero sin duda lo que ha producido indignación, es que en un edificio propiedad del Vaticano, se haya colocado un gigantesco cartel promocionando una película que ridiculiza de esa forma a un Papa, Benedicto XVI, al que no debe haber agradado esta caracterización y presentación de su persona.
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