jueves, 26 de diciembre de 2019

Vuelve la Pachamama en el concierto de Navidad del Vaticano


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“Sentiréis una fuerte vibración”, anuncia al público la chamán iberoamericana desde el estrado. “Es el corazón. Vuestro corazón, pero también el corazón de la Madre Tierra”. La ocasión es el Concierto de Navidad del Vaticano, celebrado en la Sala Nervi, la de las audiencias papales.

La chamán pide al público que cruce las manos sobre el pecho. El público -en el que abundan prelados, cardenales, obispos- obedece dócilmente y repite este ritual extraño a la festividad religiosa. La chamán explica: “Del otro lado, donde hay silencio, está el Espíritu. El Espíritu que permite oír el mensaje de la Madre”. No, no se refiere a la Virgen, sino a la Tierra.
“Para nosotros, los pueblos indígenas, la madre tierra, la Hizca Guaia, es todo. Es la madre que nos da los alimentos, la comida, el agua sagrada, las plantas medicinales; y lo que ofrecemos a la tierra es para rendirle homenaje: la placenta, los primeros cabellos que nos cortamos. Para nosotros la Madre Tierra es fundamental, la conexión con ella es constante, como se siente el pulso, como se siente el corazón”.
Todo eso es muy interesante, pero, ¿qué tiene que ver con la Navidad, con el mensaje cristiano? ¿Qué sentido tiene en un aula del Vaticano, en un concierto navideño, ante un público en el que abundan los clérigos de nuestra fe? ¿Este es el cambio al que no tenemos que tener miedo, retrotraernos a ritos paleolíticos paganos?
Ya es difícil seguir haciendo equilibrismos a lo Ivereigh sobre si se llevaron a cabo o no ritos paganos en los jardines vaticanos en presencia del Santo Padre, sobre si las célebres tallas eran o no ídolos. Es ya evidente.
Extraños tiempos cuando el Príncipe de Inglaterra o el primer ministro británico hacen más referencias al significado de la Navidad que en la propia Santa Sede.

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