miércoles, 22 de enero de 2020

El Papa da un nuevo espaldarazo al globalismo al nombrar a Dani Rodrik miembro de una Academia Pontificia

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El Papa ha nombrado miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, que tiene por canciller al arzobispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, al turco Dani Rodrik, que considera inevitable un gobierno mundial.

Dani Rodrik, la nueva incorporación querida por Su Santidad para la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, de la que es canciller su compatriota Marcelo Sánchez Sorondo -el mismo que ponía a China como ejemplo de aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia-, es famoso por el trilema que lleva su nombre.
Razona Rodrik que entre la existencia de la globalización económica, la democracia y los estados nacionales hay que elegir dos de ellas, porque las tres a la vez es imposible. Imaginen cuál de las tres se descarta. Rodrik postula la creación de una autoridad mundial compuesta por técnicos con competencias para imponer a todos los habitantes del planeta unas mismas normas como condición necesaria para que el sistema funcione.
En cualquier organización, los nombramientos -como las promociones y los ceses- son un excelente reflejo de la dirección que se quiere imponer, y mucho más en el caso de Francisco, un pontífice más dado a comunicar mediante ‘gestos’ que con mensajes verbales definidos y claros.
La querencia del Santo Padre por el globalismo, por la desaparición de los Estados y la constitución de un gobierno mundial no es cosa de ayer ni algo que lleve precisamente en secreto. Ha convertido en obsesivas dos preocupaciones -los flujos migratorios masivos y la lucha contra el Cambio Climático- que exigen por fuerza la difuminación de la soberanía de los países y causó considerable sorpresa cuando conminó a ‘obedecer’ a la ONU, una organización supranacional formada por todos los países del mundo, una abrumadora mayoría de los cuales no son democracias plenas y cuyas recomendaciones políticas son en buena medida frontalmente opuestas no solo a los valores y visiones de la Iglesia, sino a su propia existencia.

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