sábado, 23 de mayo de 2020

Laudato Sì: un año para una encíclica


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El próximo 24 de mayo, el Vaticano iniciará una celebración que durará todo un año de la encíclica ecológica del Papa Laudato Sì para marcar su quinto aniversario.

Muchas primicias en una sola: la primera vez que se celebra de un modo especial desde la propia Santa Sede el aniversario de una encíclica, con una celebración de todo un año -como si se tratase de un jubileo-, escrita por el mismo Papa reinante y a solo cinco años de su publicación.
La encíclica en sí misma también contiene muchas particularidades que la hacen destacar del resto, aunque solo podríamos hacer referencia a las de los últimos Papas. Es la que más utiliza el verbo ‘sentir, por ejemplo. La que hace depender buena parte del mensaje central en un presupuesto científico y no doctrinal, como es el Cambio Climático Antropogénico.
De hecho, su contenido doctrinal y específicamente católico es tan exiguo que, obviando citas bíblicas y las referencias a la deidad, podrían firmarla incontables organismos internacionales, ONGs y particulares de otras religiones o de ninguna.
De hecho, con la Iglesia alemana amenazando cisma, la descristianización acelerada, la inversión de valores en la cuna del cristianismo y la confusión doctrinal en su punto más alto hasta la fecha, resulta sorprendente que se dedique un año entero a celebrar una encíclica que se ocupa de un tema del que podrían hablar con más autoridad, y así lo hacen, científicos y activistas seculares.
Si el planeta está o no al borde del colapso ecológico es, cuanto menos, discutible; en cualquier caso, no es una cuestión que corresponda al Magisterio eclesiástico dilucidar. Incluso el deber de custodia sobre la Creación que tiene el ser humano es, en la práctica, un aspecto que apenas afecta al cristiano corriente, correspondiendo más bien a la acción política de muy pocos, gobernantes y grandes empresarios industriales.
Contrastan los fastos dedicados a una encíclica propia y reciente con las palabras que hoy mismo ha pronunciado el Pontífice, en un mensaje que ha enviado a las Obras Misionales Pontificias: “Muchos mecanismos eclesiásticos a todos los niveles parecen estar absorbidos por la obsesión de promocionarse a sí mismos y sus propias iniciativas, como si ese fuera el objetivo y el horizonte de su misión”.

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