MIENTE, MIENTE. . . . .

Las catástrofes globales, la pandemia y la climática, «demuestran que no tenemos más tiempo para esperar”, asegura el Papa en un video mensaje enviado con ocasión del Día de la Tierra.
El mensaje es el de siempre, pero expresado con mayor urgencia. El Papa Francisco ha publicado un video para sumarse a la conmemoración del Día de la Tierra, ‘festividad’ establecida por las Naciones Unidas para concienciar a la humanidad de los problemas medioambientales.
«Cuando se desencadena la destrucción de la naturaleza es muy difícil detenerla», afirma el Santo Padre en su mensaje en el que recuerda que es «el momento de actuar» ya que «estamos al límite» y «seremos más resilientes si trabajamos juntos en lugar de hacerlo solos».
Su Santidad relaciona la crisis climática con la pandémica cuando afirma: “Esta pandemia nos ha mostrado lo que ocurre cuando el mundo se detiene, se pausa, aunque sea por unos meses. Y el impacto que esto tiene en la naturaleza y el cambio climático, con una fuerza tristemente positiva ¿no? En otras palabras, duele”.
Duele un poco, sí, porque la conclusión es que las restricciones a nuestras libertades más esenciales y la destrucción masiva de riqueza y empleo no solo son vistas como algo positivo -aunque ‘tristemente’ positivo-, sino porque parece implicar que el único modo de evitar esa catástrofe apocalíptica de la que se nos lleva advirtiendo como inminente desde los años ochenta del pasado siglo es empobreciéndonos y cediendo nuestras libertades a ‘líderes globales’ que saben lo que nos conviene y lo que conviene al planeta.
Para el Papa, ambas catástrofes globales, la pandemia y la climática, «demuestran que no tenemos más tiempo para esperar. Que el tiempo apremia y que, como nos enseñó el Covid-19, sí tenemos los medios para afrontar el reto. Tenemos los medios. Ahora es el momento de actuar, estamos al límite». Todo por las predicciones a partir de modelos de un ‘consenso científico’ que en los setenta afirmaba unánime y con pareja seguridad que nos acercábamos a una inevitables glaciación.
El Papa concluye pidiendo a todos (incluido él mismo) que se unan para lanzar un llamamiento a los líderes del mundo con el fin de que «actúen con valentía, con justicia y para que digan siempre la verdad a la gente, que la gente sepa cómo protegerse de la destrucción del planeta, cómo proteger el planeta de la destrucción que muy a menudo provocamos».
Esto último, que los líderes digan siempre la verdad, es especialmente importante. Podrían, por ejemplo, reconocer que en este tiempo, lejos de estar peor que nunca, estamos mejor que nunca en términos medibles como en la decreciente proporción de gente que pasa hambre -en cualquier continente-, el espectacular aumento de la esperanza de vida, la victoria sobre enfermedades que han sido el azote de la humanidad durante milenios o incluso que el Primer Mundo es mucho más limpio, más verde y menos contaminado que en todo el último siglo.
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