miércoles, 6 de abril de 2022

Historia de héroes para jóvenes. Así se despiden los héroes

 

 

Por Tomás Marini

“Si Dios con nosotros,

quién contra nosotros”.

Lema elegido por el teniente Estévez para su sección.

 

El 2 de abril de 1982, en el llamado “Operativo Rosario”[1] comandos anfibios y buzos tácticos de las Fuerzas Armadas Argentinas desembarcaron en las islas Malvinas, usurpadas desde el siglo XIX por Inglaterra. Comienza así la “Batalla de Malvinas” durante la cual las fuerzas de nuestro país las recuperaron para el territorio argentino hasta que, con la caída de Puerto Argentino el 14 de junio del mismo año, volvieron a manos británicas. Los combatientes argentinos de todas las fuerzas nos legaron su fe, patriotismo y su sentido heroico de la vida. Las palabras que leemos en estas dos cartas escritas a sus familias por estos héroes argentinos caídos en Malvinas son parte de ese legado: la del mayor de la Fuerza Aérea Juan Falconier y la del Tte. Roberto Estévez. 

Del mayor Falconier a sus hijos:

A Nequi y Mononi:

Su padre no los abandona, simplemente dio su vida por los demás, por ustedes y vuestros hijos… y los que hereden mi PATRIA. Les va a faltar mi compañía y mis consejos, pero les dejo la mejor compañía y el más sabio consejero, a Dios; aférrense a Él, sientan que lo aman hasta que les estalle el pecho de alegría y amen limpiamente; es la única forma de vivir la “buena vida”. Y cada vez que luchen para no dejarse tentar, para no alejarse de “Él”, para no aflojar, yo estaré junto a ustedes, codo a codo aferrando al amor.

Sean una “familia”, respetando y amando a mamá, aunque le vean errores. Sean siempre solo “uno”, siempre unidos. Les dejo el apellido “FALCONIER”, para que lo lleven con orgullo y dignifiquen. No con dinero, ni bienes materiales, sino con cultura, con amor, con belleza de las almas limpias, siendo cada vez más hombre y menos animal. Y por sobre todo, enfrentando a la vida con la VERDAD. Asumiendo responsabilidades aunque les “cueste” sufrir sinsabores o la vida misma.

Les dejo: muy poco en el orden material, un apellido: “FALCONIER” y A DIOS (ante Quien todo lo demás no importa).

Papá[2]

Del Tte. Estévez a su padre:

Querido papá:

Cuando recibas esta carta yo ya estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios Nuestro Señor. Él que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en el cumplimiento de la misión. Pero fijate vos ¡qué misión! ¿No es cierto? ¿Te acordás cuando era chico, hacía planes, diseñaba vehículos y armas todos destinados a recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas nuestra soberanía? Dios, que es un Padre generoso, ha querido que este su hijo, totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a Nuestra Patria.

Lo único que a todos quiero pedirles es que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo, que me recuerden con alegría y no que mi evocación sea la apertura a la tristeza. Y muy importante, que recen por mí.

Papá, hay cosas que en un día cualquiera no se dicen entre hombres pero hoy debo decírtelas: gracias por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por creer en el honor, gracias por tener tu apellido, gracias por ser católico, argentino e hijo de sangre española. Gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar. Hasta el reencuentro, si Dios lo permite.

Un fuerte abrazo.

Dios y Patria ¡o muerte![3]

Roberto[4]

 

Tomás Marini


VOCABULARIO

Comandos anfibios y buzos tácticos: fuerzas de la Marina entrenadas para operaciones especiales y desembarcos.

[1] La brillante operación por la cual se recuperaron las Islas fue puesta bajo la protección de Nuestra Señora del Rosario.

[2] El 9 de mayo de 1982 un vuelo de reconocimiento sobre la isla Soledad en un Lear jet, fue alcanzado por un Sea Dart, misil superficie-aire, falleciendo todos los tripulantes, entre ellos el mayor Juan Falconier.

[3] Lema de los comandos argentinos.

[4] El 28 de mayo en la batalla de Pradera de Ganso, Estévez fue herido de dos balazos, uno en el brazo y otro en la pierna izquierda. Sin preocuparse de sus propias heridas, seguía dando órdenes y disparando contra el enemigo. Viendo a uno de sus hombres sin casco tomó uno de un soldado muerto y se lo colocó en la cabeza para protegerlo. En ese momento recibió un nuevo balazo en el rostro y falleció poco después.

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