Por Héctor GIULIANO (17.7.2016)
En función de su política de gobernar con deuda, el gobierno Macri
viene acelerando el proceso de toma de más deuda pública en gran escala como
requisito de su supervivencia financiera y política.
Bajo la consigna de no emitir moneda sino emitir deuda, las nuevas autoridades están embarcadas en una verdadera carrera de
re-endeudamiento y toma de deudas adicionales sin que exista la más mínima
demostración de la capacidad de repago de la masa de obligaciones que se está
asumiendo.
Con el agravante que la mayor parte de
estas nuevas colocaciones de deuda se contrae para financiar gasto público
corriente - lo que está prohibido por la Ley 24.156 de Administración
Financiera del Estado - y que sucesivas decisiones del gobierno
tienden a aumentar el déficit fiscal, que se cubre con más deuda.
Dentro de la actual estructura o
composición de la deuda pública argentina pueden identificarse tres grandes
rubros:
1.
La deuda heredada de la administración Kirchner, que según
cifras oficiales era al 31.12.2015 de 234.200 MD (Millones de Dólares): 222.700
por deuda performing o en cumplimiento del pago de intereses y 11.500 MD
acumulada de los holdouts, los tenedores de bonos que no entraron en el Megacanje
Kirchner-Lavagna de 2005-2010.
En este total no
estaban computados los cupones PBI (14.000 MD) ni el diferencial de pagos que
se estima no fueron tenidos en cuenta para los holdouts (10.000 MD): en total,
unos 25.000 MD.
2.
La nueva deuda que se está tomando, que es la deuda prevista
para el corriente ejercicio - según la Ley 27.198 de Presupuesto 2016 - por
23.400 MD, a la que debe sumarse los 12.500 MD de deuda para pago a los
holdouts autorizados por la Ley 27.249; lo que totaliza unos 36.000 MD de nueva
deuda.
A lo que debe
agregarse la deuda adicional para cubrir los déficits fiscales del año 2015 y
del corriente, que no se sabe a cuanto llegan en conjunto pero se estima un
mínimo de 15.000 MD, lo que elevaría el monto del endeudamiento a más de 50.000
MD en el año: todo un récord histórico en materia de toma de deuda del Estado.
Sin contar la deuda
que paralelamente están tomando las provincias – a tasas carísimas que oscilan
entre 7.70 y más de 9 % anual en dólares (que son las más elevadas del mundo) -
cuyo monto consolidado no bajaría este año de 6-7.000 MD.
3.
El mayor desembolso de nuevos préstamos provenientes de Organismos
Multilaterales de Crédito (OMC) - fundamentalmente Banco Mundial, BID y CAF -
que se conceden en dólares pero se usan en su mayoría para pagar obras públicas
y de infra-estructura en pesos lo que implica que, en la práctica, las divisas
producto de estas nuevas deudas se ingresan a las reservas del Banco Central
(BCRA), que los convierte en pesos que aumentan así la Base Monetaria y se
esterilizan en gran medida con Lebacs que pagan más del 30 % anual de
intereses.
La deuda
cuasi-fiscal del BCRA crece de este modo en forma paralela al aumento de la
deuda de la Tesorería.
A lo que se añade
ahora la retoma de la política K de pago de deuda externa con reservas
internacionales – Decreto 834/2016, para pago de 4.000 MD a los OMC y al Club
de París - lo que disminuye obviamente el stock de divisas y se compensa con
más empapelamiento del banco a través de letras intransferibles del Tesoro.
Una característica esencial que toca a
estas tres fuentes de endeudamiento es que el Estado Argentino no tiene, por
definición, capacidad demostrada alguna de repago porque la deuda heredada es
una carga o peso muerto sobre la
economía nacional, porque la nueva deuda
para cubrir déficits fiscales tampoco tiene garantía de pago ya que se deriva
precisamente – lo mismo que en el caso de las provincias – de los
desequilibrios financieros del Estado y porque los préstamos de los OMC son
tradicionalmente compensados con el otorgamiento de nuevos créditos mientras
aumenta el stock total de los mismos y sus servicios de pago.
Esto significa que la administración Macri
no sólo sostiene la política de Estado de
endeudamiento público sin capacidad de pago o política de Deuda Perpetua
sino que está agravando aceleradamente sus condiciones (tasas de interés
altísimas en moneda extranjera) y sus plazos (empeoramiento del perfil de
vencimientos, debido a que gran parte de las nuevas deudas está contraída en
Letras del Tesoro – Letes - y/o Bonos de corto y mediano término).
Se reitera – y esto es muy importante - que
estas deudas no se pueden pagar por
definición, porque no solamente no están acompañadas por demostración
alguna de su capacidad de repago (ni siquiera un intento de hacerlo, como tampoco
ocurrió en el caso de los holdouts) sino que no pueden tenerla ya que los
fondos se usan para pagar vencimientos de deudas con nuevas deudas, cubrir
déficits fiscales del Estado y mantener una ambigua e innecesaria toma de
deudas en moneda extranjera para pagar gastos en pesos (con el agravante que
gran parte de esos préstamos de los OMC son para sufragar gastos de planes
sociales o asistenciales).
No se cumple así con la ecuación elemental
de tomar préstamos que tengan destino productivo y que sean aplicables al
desarrollo económico ni deudas cuyas tasas de interés sean inferiores a las
tasas internas de retorno (TIR) de proyectos útiles y necesarios de
financiamiento en dólares para el país.
Por el contrario, la masa de obligaciones
está creciendo en forma descontrolada – Estado Central, BCRA,
Provincias/Municipios, Empresas Públicas, Organismos Nacionales, Fondos
Fiduciarios y financiamiento adicional para pago de juicios/reclamos contra el
Estado - sin garantías mínimas de repago, como no sea contrayendo futuras
deudas a medida que van cayendo los vencimientos de capital y pagando cada vez
más intereses.
Estos intereses, que sí se pagan – salvo
una parte menor que se capitaliza por anatocismo – aumentan el Gasto Público y,
consecuentemente, el Déficit Fiscal; y ese déficit se cubre con más deuda.
Se cumple así la regla del endeudamiento
perpetuo – sostenida por el establishment financiero como premisa ideológica –
que parte de la base que la Deuda Pública tiene que constituir una fuente
permanente y no excepcional de financiamiento del Estado y que no hay problema
en tomar y seguir tomando deuda sin capacidad de pago refinanciando
continuamente los vencimientos de capital mientras haya fondos para poder pagar
los intereses (intereses crecientes que presionan sobre el gasto público y
determinan aumentos adicionales del déficit fiscal que son cubiertos con más re-endeudamiento).
Es la política
institucional financieramente irresponsable de fabricar deuda y déficits fiscales que se cubren sistemáticamente
con nuevas deudas: una política que agrava la hipoteca presente y futura de las
cuentas nacionales; y que es ejecutada
por un gobierno cuyo funcionariado superior está actuando bajo conflicto de intereses con los bancos
prestamistas y colocadores de deuda en detrimento del Estado.
Lic. Héctor L. GIULIANO
Buenos Aires, 17.7.2016
Archivo: GIULIANO ARTICULO 2016 07 17 DEUDA
MACRI
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