¡UNA NUEVA IGLESIA!

| 20 diciembre, 2019
Durante una visita sorpresa al liceo Albertelli de Roma, Su Santidad ha vuelto a insistir en la necesidad de no hacer proselitismo de la fe, sino a ser coherente con ella.
“Sé tú coherente con tu fe”, ha sido la respuesta del Papa a la multitud de preguntas de los niños del liceo Albertelli de Roma sobre cómo se empieza a creer. “No se les puede decir a los chicos judíos o musulmanes: ven y conviértete”, añadiendo que “no estamos en el tiempo de las Cruzadas”.
Desde que confesara en una entrevista a su amigo Eugenio Scalfari, fundador del diario laicista La Repubblica, que “el proselitismo es un solemne disparate”, Francisco ha insistido a menudo en los males de un ‘proselitismo’ que nunca ha acertado a definir satisfactoriamente, pero que en sus sucesivos comentarios -en su alocución a la diminuta comunidad católica marroquí, por ejemplo- parece sugerir que la conminación directa a la conversión de personas ajenas a la fe debe ser cuidadosamente reprimida, en favor de un testimonio de vida cristiana que atraiga de forma natural.
En este sentido también conviene recordar su tertulia con los jesuitas de Mozambique, a quienes relató la anécdota de una sudafricana que se presentó ante él con dos compañeros a quienes había traído a la fe católica, algo que dejó al Pontífice, en sus propias palabras, un poso de amargor, comparando la declaración de la mujer con alguien que presume de un trofeo.
El obstáculo para entender sus palabras en el Albertelli es que parecen contradecir palmariamente las de Nuestro Señor, tan claras como “convertíos y creed en el Evangelio”, haciendo lo que, en opinión del Santo Padre, “no se puede hacer”, o la instrucción de Cristo de hacer otro tanto con todos los pueblos de la tierra.
La referencia a las Cruzadas, por lo demás, quizá se deba al popularizado error de suponer que estas incursiones bélicas tenían como objetivo convertir a los musulmanes por la espada, cuando lo cierto es que se trataba de la reconquista de un territorio que había sido cristiano antes de su conquista por el Islam para ofrecer protección a los numerosos peregrinos que viajaban a Tierra Santa.
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