| 22 mayo, 2020
Uno de los problemas para entender la realidad en la que nos movemos es que hoy es imposible fiarse de las palabras y tenemos que centrarnos en los hechos. Venimos de una cultura en que la palabra es sagrada y se respeta, la palabra dada suponía un compromiso irrevocable de una persona y su incumplimiento se consideraba una traición sin paliativos. Hoy ya no es así y estamos llenos de palabras vacías que a nada comprometen y que nada significan. Podemos escuchar de la misma persona lo mismo y lo contrario casi al mismo tiempo. El Vaticano no es una excepción y no podemos fiarnos nada de lo que nos dicen y hemos con contrastarlo siempre con los hechos y, por supuesto, quedarnos con los hechos y olvidarnos de las palabras.
La táctica que ha usado el Papa Francisco desde el inicio del pontificado, y seguro que antes del pontificado, es la de intentar contentar a todos y esto es imposible. Al Papa Francisco le gusta la corta distancia en la que se siente seguro y triunfador. Podemos imaginarnos la escenografía, no es habitual encontrarse a solas con el papa, impresiona ver a un personaje público y ampliamente conocido en los medios que se presenta como interlocutor único. El común de los mortales se impresiona ante una escena así y este es el primer juego. Incluso para los ‘superiores’ de la curia no es frecuente gozar de una audiencia privada y su mera existencia dice mucho más que su contenido. A nadie le es indiferente en el pequeño mundo vaticano el ser convocado, o aceptada su petición, a un encuentro personal con el papa reinante. Este se puede producir en dos ámbitos, dejamos a un lado las audiencias oficiales del palacio apostólico que son publicas y publicadas, o bien en una de las pequeñas salas de visitas de Santa Marta o incluso, si el grado de intimidad es grande, en el apartamento privado de la segunda planta. El tono de voz de pontífice es bajísimo y se debe hacer un enorme esfuerzo por escucharlo y, como táctica, da la razón y asiente, con gestos y palabras, a los argumentos de su interlocutor. Todos los que han pasado por esta experiencia salen convencidos de que el Papa Francisco comparte sus puntos de vista, ya sea un Sarah, un Muller, un Stella o un Spadaro.
Todo se complica cuando se contrasta lo visto y oído con otras personas y se llega a la conclusión de que el Papa Francisco vive en una continua contradicción con sí mismo. En las reuniones de grupos reducidos en las que está presente el Papa Francisco, por ejemplo de C6, o C7, o C9, el pontífice se presenta mudo e inexpresivo mirando al que presenta los argumentos que así se siente respaldado. El problema es que se puede presentar lo mismo y lo contrario y ambos argumentos aparecen como aprobados in pectore por el pontífice presente. Esto no se sostiene, y por mucho que se pretenda vivir en la confusión el caos, al final hay que tomar decisiones y estas con las que se ven y van más allá de las palabras.
La ‘laudatosí’ es un documento de ínfimo nivel, a nivel religioso, no digamos católico, irrelevante y a nivel científico indefendible, pero tenemos la sensación de que se nos quiere imponer como el no va más del pontificado. En estos cinco años ha desaparecido y los organismos del Vaticano, sobre todo la ‘terza logia’ saben lo poco que se ha divulgado y las pocas ediciones realizadas, menos aun vendidas y mucho menos leídas. Las consultas en la página oficial del Vaticano son menores que las encíclicas de León XIII que siguen teniendo mucha más actualidad e interés que la ‘laudatosí’. Hablando a las Obras Misionales Pontificias, el Papa Francisco condena la ‘autoreferencialidad’ , toma palabra, y al mismo tiempo nos pretenden imponer que no hay otra cosa que la ‘laudatosí’. Ya teníamos una semana para celebrar los cinco años que se la tragado la peste y ante el fracaso se nos anuncia un año ‘laudatosí’. Esto, ni de lejos, es autoreferencialidad, la epidemia que arrasa el mundo no importa, la quiebra que arruina a familias e instituciones se ignora porque todo se arreglará con la ‘laudatosí’.
Interesante artículo sobre la filiación espiritual del Papa Francisco de Rahner. Referencias al Padre Nicolás que fue superior general de los jesuitas, el ‘papa negro’, entrando en su forma de gobernar y presentándolo como el pacificador de la guerra entre el Vaticano y los jesuitas. Spadaro sigue entrando a interpretar el discurso del Papa Francisco sobre la ‘discontinuidad en la misión’ , veremos en qué termina.
Algunas referencias al cambio de cromos que se ha producido con el centro de datos. De la nueva constitución de la curia ya nadie habla y nos tememos que no está el horno para cambios que poco solucionarán y mucho costarán. El Vaticano sigue con su política en el enfrentamiento entre palestinos e israelitas de dos pueblos, dos estados, aquí parece que los muros van mejor que los puentes, cosas de discernimiento. Friburgo, en Suiza, ya tiene vicaria general, o algo que se le parece, en España, por ahora nos quedamos con la ‘cancillera’ de Barcelona, la de los ‘mandamientos’ de Omella.
El Papa Francisco sigue recomendando obedecer las indicaciones de las autoridades para la prevención de la epidemia que él parece que no está dispuesto respetar. En una monarquía, el monarca emana las leyes y es la encarnación de la divinidad y la humanidad. Por ahora, no vemos al pontífice con mascarilla, cobrebocas o barbijo, y lo de la distancia social pues a veces. En el Vaticano no vemos especiales problemas por la falta de concurrencia, pasan de las 10 de la mañana y en este momento vemos a tres personas cruzando la plaza de San Pedro.
Vamos camino de la indigencia y la preocupación de los empleados del Vaticano es creciente, sin turistas no hay euros, ni en Roma, ni en Suiza. Será por esto que hoy es noticia la imagen de un muralista milanés del Papa Francisco como indigente.
«…volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría.»
Buena lectura.
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