ESTE TRABAJO SE PUBLICO CON MOTIVO DE LA PRESENTACIÒN DE LA ENCICLICA, PROXIMAMENTE PUBLICARE ACTUALIZACIÒN SOBRE LA MISMA DETALLANDO LAS CONSECUENCIAS NEFASTAS POR EL SOMETIMIENTO DE ESTE IDEARIO AL NUEVO ORDEN MUNDIAL
LAUDATO SI
“¿Cuál
es la oscura apetencia que ocultan Naciones Unidas, Consejo de Relaciones
Exteriores, Trilateral Comisión, Club Bilderberg, cuando hablan de ecología?
Tengamos
extremo cuidado en tener una visión ecologista separada de la sana filosofía y
teología.”
Pbro. Pedro Rojas
Desde el
comienzo del Pontificado de Francisco no han cesado las muestras de apoyo y halago,
hasta de los sectores más discordantes con el pensamiento de la Iglesia a través de los
tiempos.
Esto se ha
visto exaltado con la difusión de esta encíclica de contenidos netamente
sociales.
Desde esta
tribuna – Centro Julio Irazusta – hemos
alertado sobre la amenaza latente en los ámbitos teológico, filosófico, moral, económico y
ecológico cuando se pierde el sentido de unicidad y de orden.
Disecar,
separar, fragmentar las actividades humanas representa un objetivo innegociable
para poder, en el ámbito económico, estandarizar los procesos productivos,
priorizar el capital, destruir el medio ambiente y precarizar al hombre
sintetizando un plan siniestro de dominación y servilismo.
Analógicamente
el cuerpo humano constituye una unidad admirable, pero en determinado momento
una dolencia en uno de sus órganos exige al hombre superar este mal que aqueja
a la totalidad, por ello su atención es ineludible.
Y así siempre,
cada parte, - unas más importantes que otras – necesitan el cuidado para lograr
el funcionamiento ideal del todo.
Lo mismo
sucede con la vida social, pero a diferencia del cuerpo humano que, por el paso
de los años decae, el tramado social puede mantenerse inalterable manteniendo
el sentido de unidad y de orden.
La desdicha
ecológica que padece la humanidad no es culpa del hombre, sino de la pérdida
del respeto por los valores que deberían influir la trama social.
El desarrollo sustentable, en boga, -
promovido por las Naciones Unidades y sus aláteres – constituye una construcción,
en términos de la modernidad, que se caracteriza por no poseer una equivalencia
eficaz con la realidad. En última instancia, tiene por finalidad sostener el
imperio del nuevo orden mundial
En cambio, la abundancia sustentable se adecua a la comunidad orgánica y por ende a la economía natural.
Una condición
excluyente de la abundancia sustentable
es que exige a toda actividad económica dejar el ámbito y los recursos
utilizados en mejores condiciones en las que estaba al iniciar el
emprendimiento.
Queda claro
que para el cuidado de la naturaleza se requiere la adecuación de la
producción - función de producción –
para que integre a los hombres y al mismo tiempo no inhabilite el hábitat para
generaciones futuras.
Por ello la
tecnología, tan vituperada, para volverse destructiva, se enquista en un orden
económico que vigoriza un esquema de producción que promueve e incentiva el
consumo desenfrenado.
¿No será este
consumo sin límites el recurso asombroso de los precursores de un gobierno
mundial para ir mellando en el hombre las reservas morales, espirituales y
religiosas y tornarlo así en siervo dócil de sus oscuras apetencias?
Y luego de
lograda la docilidad absoluta - blasfemada la Fe , la
Patria y otros valores inalienables – todo se transforme en
una esclavitud sin límites.
No en vano la
reina Elizabeth II y el príncipe Felipe, hace meses, en Alemania, pusieron de
relieve la verdadera naturaleza del imperio británico. El principal asesor del
príncipe Felipe, Martin Palmer, fue el principal organizador de la conferencia
en julio en Paris patrocinada por el gobierno francés, promueve el programa
genocida de "administradores de la Tierra " por el que John Schellnhuber – asesor
del gobierno inglés y uno de los presentadores de la encíclica en Roma – propone
reducir la población mundial a mil millones.
Estas
organizaciones mundialistas, Naciones Unidas, Consejo de Relaciones Exteriores,
Trilateral Comisión, Club Bilderberg, entre otros, tienen por finalidad la
instauración de un nuevo orden mundial,
poniendo de manifiesto la reedición de la
doctrina totalitaria del espacio vital.
Al respecto,
el Padre Schooyans expresa que la doctrina de la seguridad demográfica dice descaradamente: nosotros, los países
ricos debemos asegurar y controlar para el futuro los recursos naturales para
que los pobres no tengan la posibilidad, por ellos mismos, de transformarlos para
su provecho. La conclusión es simple: en vez de luchar contra la pobreza y sus
causas se lucha contra los pobres, se los elimina o se los esteriliza.
El ecologismo,
en la visión del nuevo orden mundial es una de las fuentes del principio de ciudadanía. Por ella el
hombre es una especie natural más, y para que no ataque la naturaleza se
propone descaradamente la limitación artificial de la población.
El Programa de
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (1991)
dice “las políticas económicas deben tender al logro de la
sustentabilidad a través de la aplicación del principio de Quien Contamina Paga
y el principio de Quien Utiliza Paga”.
¡Muy simple!
Las multinacionales invaden los países pobres, con salarios de hambre y empleo
servil, contaminan y destruyen el medio ambiente, se llevan los productos a
paraísos fiscales evadiendo impuestos, y las pobres comunidades sumidas en la
miseria deben pagar el impacto ambiental.
Las
expresiones de a UNESCO son lapidarias: el progreso industrial de los países
desarrollados no se extenderá a los países del Tercer Mundo,. . .y es
intolerable que los pobres, que serán la mayoría en el futuro, dañen los
ecosistemas del mundo para tratar de desarrollarse a cualquier precio.
San Agustín en La Ciudad de Dios, Libro I, Cap. XX nos instruye, al oír no matarás, ¿tenemos como un delito
arrancar un matorral, y, con la mayor de las locuras, damos nuestro beneplácito
al error de los maniqueos? Alejemos, en fin, estos devaneos, y cuando leamos no
matarás, no incluiremos en esta prohibición a las plantas, que carecen de todo
sentido; ni a los animales irracionales, como las aves, los peces, cuadrúpedos,
reptiles, diferenciados de nosotros por la razón, ya que a ellos no se les
concedió participarla con nosotros (esto hace que, por justa disposición del
Creador, su vida y su muerte estén a nuestro servicio).
Roberto
E. Franco
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