| 08 mayo, 2020
Ayer publicábamos un documento sobre el coronavirus, que varios cardenales y obispos habían firmado, entre ellos, aparecía el cardenal Sarah. Sin embargo, poco después, el cardenal guineano negaba haberlo firmado, pese a que decía poder compartir afirmaciones del texto.
Hoy, otro de los impulsores del documento, el arzobispo Carlo María Viganò, ha explicado su versión de los hechos. A continuación, el comunicado del ex nuncio de EEUU:
COMUNICADO
8 de mayo de 2020
Asunto: Retirada del apoyo de Su Eminencia el cardenal Robert Sarah al “Llamamiento a la Iglesia y al mundo”, publicado ayer, 7 de mayo.
A pesar de los graves momentos de crisis que tanto la Iglesia como el mundo atraviesan, deseo conservar una profunda actitud de caridad hacia mi hermano en Cristo, el cardenal Robert Sarah, al que perdoné, sin dudar, el grave daño que infligió tanto a la verdad como a mi persona. La caridad verdadera no puede obviar la verdad, pues la verdad es su fundamento. Tengo, por tanto, el deber, al que me siento obligado en virtud del precepto de corrección fraterna, de explicar aquí cómo sucedieron los hechos en lo que concierne al Llamamiento que publicó el cardenal Sarah.
Lunes 4 de mayo, 16:00.
Mantuve una conversación telefónica con Su Eminencia, el cardenal Robert Sarah. La llamada fue grabada y tuvo una duración de 6 minutos y 25 segundos.
En lo tocante al texto del Llamamiento, el cardenal declaró: “Parece un asunto de suma gravedad. Creo que este Llamamiento podría hacer mucho bien, pues invita a reflexionar y a posicionarse: estoy de acuerdo en que se publique lo antes posible”.
Por ello, le pregunté a Su Eminencia si deseaba rubricar aquel documento. El cardenal respondió: “Sí, estoy de acuerdo en que mi nombre figure entre los firmantes, pues se trata de una lucha que debemos afrontar unidos, no sólo por el bien de la Iglesia católica, sino por el de la humanidad entera”.
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Jueves 7 de mayo.
08:43. Llamé a Su Eminencia para preguntarle si tenía el número de teléfono del cardenal Gerhard Ludwig Müller, número que, seguidamente, me envió por SMS. Durante el transcurso de aquella llamada, el cardenal en ningún momento sugirió su intención de retirar su apoyo.
15:00. Comencé a enviar el documento del Llamamiento a las diversas agencias de comunicación, a diversos blogs y a algunos periódicos: aquel documento constaba del texto y la lista de firmantes, entre los que se encontraba, naturalmente, el cardenal Sarah.
17:48. Recibí un SMS del cardenal, que no lo leí hasta pasada una hora y media. Cuando me envió el mensaje me hallaba absorto en las tareas de difusión del Llamamiento, y por tanto, al no darme cuenta de aquel mensaje, no tuve conciencia de lo que sucedía.
19:37. Recibí una llamada del cardenal preguntándome si había leído su mensaje. Le respondí que no.
Plasmo aquí el texto del mensaje que envió el cardenal:
“Excelentísimo amigo, dada mi labor actual en el seno de la Curia Romana, uno de mis amigos me ha aconsejado no firmar el documento. Por ello, creo que, por esta vez, sería preferible retirar mi nombre de entre los firmantes. Lo lamento profundamente. Usted es consciente de mi cercanía y de la amistad que me unen a usted. Le ruego su comprensión. Cardenal Robert Sarah”.
El cardenal me informó, durante aquella llamada de teléfono, de su decisión de retirar su nombre de entre los firmantes. Algo confuso y abatido, le comuniqué que el Llamamiento ya se había difundido, al igual que la lista de firmantes, y que, tras cuatro horas, ya era de dominio público. La conversación terminó sin que el cardenal aportase solución alguna.
Tal vez podríamos haber publicado un “comunicado conjunto” en el que explicásemos la decisión del cardenal de retirar su apoyo. Sin embargo, no hicimos nada. Nos despedimos con formalidad, algunas buenas palabras que demostraban la cordialidad y la estima mutua. Ya que no pudimos encontrar una solución para esta situación, traté de animar a Su Eminencia explicándole el consuelo que hallarían muchos fieles en sus palabras.
Con gran sorpresa y profunda decepción, descubrí que el cardenal, sin previo aviso, en su cuenta de Twitter, había publicado algunas declaraciones muy perjudiciales contra mi persona. Lamento profundamente que este asunto, atribuible a la debilidad humana, y por el cual no tengo resentimiento hacía su persona, haya desviado nuestra atención de lo que debe ser de gran preocupación para nosotros en este dramático momento.
Puedo asegurar que el nombre de Su Eminencia fue rápidamente retirado del sitio oficial del comunicado, tal y como se puede comprobar en la dirección veritasliberabitvos.info.
+Carlo Maria Viganò, arzobispo, nuncio apostólico.
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