martes, 27 de abril de 2021

LA DESILUSIÓN . . . ¿UN FRACASO?

 

Sumergidos en este mundo cada día más misterioso por la desesperación en afanes superfluos de todo tipo, lleva a aquel que se moviliza por el camino del orden y la ética, a ver su cumplir como un fracaso.

Pero analizando las causas y los actores veremos, si en verdad es un fracaso, o simplemente un regocijo por haber puesto, aunque efímeramente, en su lugar a quienes operar impúdicamente.

No hay casos aislados, cada día son más, y abundan en el ámbito empresario, en el cuál muchos directivos hacen gala de impávido cinismo.

Una gama de aberraciones – en los intérpretes -  se potencian en grado sumo, transformando a quien camina la senda correcta en el equivocado, el deshonesto.

¡Y hasta se convencen de eso!

Es interesante distinguir algunos personajes, para luego comprender el deterioro de las instituciones.

En primer lugar el cínico quien actúa mal, de exprofeso y no siente vergüenza. Planea su accionar, lenta y solapadamente durante años y va seleccionado personajes, algunos afines a sus objetivos, y otros, aunque buenas personas seducidos o inducidos a ensalzar el actuar de su líder.

Luego le sigue el falso. Este es tanto o más peligroso que el anterior, pues  aparenta una cosa y resulta otra, va mutando en apariencias, aunque siempre tiene claros sus objetivos. Trata de inducir a otros a enfrentar los errores con vehemencia, pero él siempre misterioso. Para ello pone de manifiesto una gran “sabiduría ignorante” adecuada a cada circunstancia.

Luego el materialista solapado, que postrado en su avidez, no escatima ningún esfuerzo para avanzar en sus objetivos nebulosos.

Luego el ignorante arrogante, el que en su indocta existencia trata de sobresalir prepotente, y a cada expresión absurda que emite queda sumergido en el vacío de la nada, desnudo es su barbarie.

Una digresión, que distante está del que llamo “bruto” (perdón pero no se anticipen) o ignorante total.

El sufrido hombre de campo, el de siempre, no el de ahora, que cada día va perdiendo lo poco que tenía, y se lo afanan los poderosos con dineros obtenidos impúdicamente. Ese es un sabio, sabio de la naturaleza, conocedor de las bellezas de la creación, tenlo  enfrente y aprenderás mucho más que leyendo una biblioteca universitaria.

Tenemos muchos, pero termino con el católico doble personalidad, el que no cae en la corrupción, porque es honesto y consciente apuntala la corrupción.      

¡Cuándo te enfrentas ante este cúmulo de villanías, ya sabes cuál es destino que te espera!

Pero lo que te debe quedar claro que el desafío que emprendiste es valioso porque se funda en la verdad y la honestidad.

Allá los que se enredan en las aguas turbias de los pantanos. Allí terminarán y lo podrán salir o lo harán malolientes y despreciados del barro nauseabundo.

Ah, me olvidaba, al final de cuentas la que sufre, es la entidad derruida de su historia, mancillada en su presente, e incierta en su futuro.   

Al final te debe quedar – tu que siempre fuiste un soñador –que nada será en vano, al contrario, no es un fracaso, es una victoria, no del tipo de los exitistas que buscan rodearse de oropeles de vanidad y sobre todo materiales, sino de las que gustan los hombres de bien. 

Ya es hora de cerrar este manto de tinieblas, vuelve a la contemplación de la naturaleza y la verdad, este será un fracaso temporario, una herida  del alma, pero se satura porque con firmeza defendiste el bien y los valores.  


                                                                                    Roberto E. Franco

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