No amen al mundo ni lo que hay en él. Si alguno ama al mundo, el amor
del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo: las pasiones
desordenadas del hombre, las curiosidades malsanas y la arrogancia del dinero,
no vienen del Padre, sino del mundo. El mundo pasa y sus pasiones desordenadas
también. Pero el que hace la voluntad de Dios tiene vida eterna.
1 Jn 2, 12-17
Sí, se va yendo el año y en mí van quedando la tristeza, la angustia,
el dolor de esperarte para abrazarte y saben que será todo en vano, pues no
vendrás, ya no estás entre nosotros.
Fuiste el sostén de nuestras efímeras alegrías con tu existencia
frugal, templada.
Tu venida llegando a la vejez, renovó en mí las esperanzas, las ganas
de luchar y con el correr de los años recuperé ese hálito inenarrable de dar la
batalla por el Buen Combate.
Se va el año, cuando empezó yo tenía la inenarrable esperanza de
acompañarte a la escuela, irte a buscar, tomar un helado y hablar de nuestras
cosas, de nuestros temas comunes – que eran muchos – y luego dejarte en tu casa
alegre y feliz como siempre, pero pese a todo, fuiste muy feliz.
Pero Dios tenía para ti un destino trascendente, eras demasiado para
el pantanal de este mundo desquiciado.
Eso me reconforta, pero te extraño.
Vuelto ya a mí casa y miro, recorro la biblioteca y digo adónde irán a
parar tantos libros, eran para ti.
Cuando te dije que era tuya la biblioteca te refregabas las manos
contento, porque amabas todo lo que fuera intelectual, y me hacías orgulloso.
Sabía que lo decías en serio.
Desde siempre amé la soledad, la tranquilidad. Estar siempre en el
mismo lugar. Sereno y solitario.
Pero en ese lugar, sedentario, contemplativo, sabiendo que llegabas,
una hora antes estaba ansioso, me asomaba a la ventana, me sentaba en la
puerta, y el tiempo pasaba, hasta que al fin llegabas, y bajabas el vidrio del
auto y me decías, como siempre:
¡Hola Robert!
Seguirá resonando en mis oídos esta frase tan profunda y tan llena de
significado.
Desde el lugar de privilegio, en el que se te encuentras, porque se
del cariño de Cristo hacia los niños, no te preocupes, nuestras almas siempre
corretean juntas.
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