| 11 mayo, 2020
«No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte». La catastrófica situación financiera del Vaticano no se puede ocultar y hoy es un día en que empezamos a poner números a la hecatombe que ha caído sobre la ciudad de la colina. No se puede ocultar y los ‘jefes de dicasterio’ se reunieron con el Papa Francisco para ‘ser informados’ de cómo están las cosas. No es algo nuevo, ya desde los últimos años de Juan Pablo II estamos con todas las alarmas encendidas y nada se ha hecho. El que ha osado indicar que los números eran entre malos y muy malos ha sido silenciado. Estamos ante una mezcla mortal de ignorancia y de incompetencia sin límites. La catástrofe actual no la ha provocado el virus sino que la ha acelerado y estamos viviendo meses que parecen años años.
Hoy tenemos dos excelentes artículos que son complementarios. El de Franca Giansoldati en el Messaggero nos habla del APSA, la administración del Patrimonio de la sede apostólica y el de Korazym nos habla del Gobernatorato. En el Vaticano no gusta ser muy claros en estos temas y la confusión reina en la información. Intentaremos hacer un poco de luz para entender los datos aportados. El Gobernatorato es la parte ‘civil’ del estado vaticano. En su presupuesto están las actividades comerciales internas, las fuerzas de seguridad, y sobre todo, los museos que son el músculo financiero de este entramado. Los empleados vinculados a los museos y sus actividades complementarias son el 50% del gobernatorato, unos 1.000, lo que nos da una idea de su dimensión e importancia. El APSA, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, aglutina los entes de la curia, congregaciones, dicasterios y demás. Esto no es lo único y además tenemos una maraña de fondos, algunos muy importantes como las pensiones o la sanidad, y de fundaciones del más variado pelaje, que, al menos en teoría, son dineros vinculados a su finalidad fundacional. Una firma del Papa reinante que cuenta con el poder absoluto en todo este entramado puede cambiar todo sin el menor problema ni limitación, ni civil, es el jefe del estado que aglutina todos los poderes, ni religiosa por ser la autoridad máxima posible en la iglesia católica.
El APSA fundamenta sus ingresos en los alquileres del patrimonio inmobiliario, unos 115 millones al año, en ingresos financieros con unos escasos 20 millones, en el canón 1271, la ayuda de las diócesis y religiosos, un poco más de 20 millones, y unos 100 millones de fantasmagóricas donaciones que son realmente la mordida al óbolo para cuadrar las perdidas habituales y aportaciones de banco. Esta es la situación pre epidemia que es claramente muy preocupante. Se necesita más de los recaudado por el óbolo para cuadrar las cosas. Los gastos son unos 150 millones en personal y unos 150 en gastos generales y administrativos, las demás partidas son pequeñas. Con la epidemia, los ingresos pueden caer entre 60 y 120 millones en este año y los gastos tienen muy poco margen de reducción a corto plazo. Según las informaciones, bien informadas, que circulan no se están teniendo en cuenta aspectos, gastos disimilados durante años, que ahora pueden aflorar y complicar mucho más la situación, por no hablar de la reducción de los alquileres, ya anunciado el 50%. Estamos ante la catastrofe perfecta y sus consecuencias se verán muy rápido, las soluciones pasan por una reducción drástica y rápida de costes, empezando por el personal, o entrar en una peligrosa espiral de endeudamiento que hipotecaría el Vaticano por decenios.
Korazym nos da la visión de la situación en el gobernatorato con datos menos articulados y se centra en una entrevista al secretario del gobernatorato el legionario Padre Vergez. Las cuentas del gobernatorato eran positivas hasta el momento gracias a los saneados ingresos de los museos vaticanos. La actividad comercial y los museos son las dos actividades que aportaban los ingresos. El sobrante anual no lo era tanto porque tiene su origen en la ficción, muy típica en el Vaticano, de quitar entes deficitarios para mejorar el resultado. Los medios de comunicación se encuentran en un limbo extraño que no termina de encajar. Del presunto beneficio del gobernatorato se aportaba la mitad de las perdidas de la radio vaticana, unos 25 millones al año, que no están en las cuentas informadas. Sin los museos, que son más del 50% de sus ingresos y la actividad comercial reducida al mínimo, la situación es catastrófica. Las inversiones financieras provenientes de los ahorros de los últimos años no levantan cabeza y acumulan pérdidas inconfesables.
Hasta ahora, era la Secretaria de Estado la que equilibraba estos agujeros tirando de la contribución del óbolo de San Pedro pervirtiendo durante decenios la voluntad de los donantes especialmente condenada por todos los cánones. La recaudación lleva tiempo cayendo y en este momento nos tememos que se contraerá más alla de las optimistas previsiones. Las frivolidades inversoras, como el inmueble londinense, no se pueden comer y las reservas líquidas del óbolo no dan para más.
El Banco, el IOR, Instituto para las Obras de Religión, pasa momentos muy bajos y ya lleva algunos años que no ha podido contribuir con su asignación anual al APSA para cubrir el agujero de la curia y en estos momentos mejor no mirar la panza, que ya se encontraba en porcentajes alarmantes, fuera del abecedario, intentado escalar a triple ‘z’ negativa como el mejor de los mundos. Contamos con una ventaja importante y es que por necesidad se dejará de blanquear dinero por ausencia de material blanqueable. La Conferencia Episcopal Italiana se ha rascado el bolsillo con 200 millones que nos imaginamos que van a ayudar a sus arruinados hermanos de la colina vaticana bajo cobertura de ayudas urgentes al virus.
‘Ab Urbe condita’ es una expresión latina que significa «desde la fundación de la Ciudad», evidentemente de Roma, que se sitúa en el año 753 a.C. , tercer año de la sexta olimpiada. Su piel es el reflejo de su historia y los augurios no son muy buenos. Esta mañana nos hemos despertado con un terremoto sin daños pero que en Roma nunca son menores porque son muy escasos en su larga historia.
Interesante artículo sobre nuestro San Juan de Avila presentándolo como el hombre de las reformas.
El Papa Francisco recuerda la fundación de la comunidad Europea que se enfrenta a unos de momentos más complicados de su corta existencia.
Ha fallecido la viuda de Enrico de Pedis, renatino, personaje vinculado a uno de los momentos más oscuros de las mafias y masonerías vaticanas con demasiados capítulos opacos y que a día de hoy nadie quiere resolver. Terminó, nadie sabe cómo, enterrado en la basílica de San Apolinar, junto a plaza Navona, en zona extraterritorial vaticana. La muerte de Carla, tras un cambio continuo de residencia en estos últimos años, suponemos que ha dejado a algunos más tranquilos, aunque nunca se sabe en estos mundos en los que siempre hay cartas escondidas.
«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama…»
Buena lectura.
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