martes, 16 de marzo de 2021

Los ‘renovadores’ pierden los papeles con el ‘no’ vaticano a bendecir las uniones gays

 

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¿Cuántas veces tendremos que asistir a la misma escena de vodevil? Los mismo que hacen la ola al Papa Francisco cada vez que pronuncia una declaración ‘revolucionaria’ se desesperan cuando, entre la espada del mundo y la pared de la doctrina, reafirma lo que la Iglesia siempre ha enseñado.

Los fans más acérrimos de la ‘renovación’ francisquista, digámoslo claramente, quieren otra iglesia, una que rompa esencialmente con lo que ha sido estos últimos dos mil años, haga tabula rasa y se ajuste al pensamiento imperante en el mundo, mejor cuanto más ‘progresista’. Y este Papa, reconozcámoslo igualmente, les da cancha.

Pero les da cancha en frases más bien vagas, en referencias a “sueños”, en opiniones expresadas en primera persona del singular, en ‘impromptus’ de avión o entrevista intimista. Pero, cuando las cosas se ponen decisivas, cuando todo pende de un “sí” o un “no”, en un cortar amarras y quemar naves sin vuelta atrás, el Papa decepciona y desespera a sus cheerleaders teológicos y eclesiales.

Lo hizo con el pasado sínodo, ¿recuerdan?, cuando al revolucionario documento final respondió con una exhortación postsinodal que cerraba la puerta a las dos grandes revoluciones concretas que el primero dejaba abiertas, el fin del celibato obligatorio y la ordenación de las mujeres. Asistimos entonces al coro de amargos lamentos de quienes esperan de él la revolución total, y hoy estamos en las mismas, casi diríamos que multiplicado. Porque el ‘lobby’ es más poderoso incluso que los grupos feministas.

Y porque Francisco ha guiñado con frecuencia en esa dirección, como parecen demostrar sus nombramientos episcopales y cardenalicios, que parecen favorecer visiblemente a los prelados más amados por los LGTBI+.

Uno de los más decepcionados es, naturalmente, nuestro inefable jesuita ‘ad homosexuales’, el padre James Martin, que desgrana sus lamentaciones en un largo hilo desde su cuenta de Twitter. Vamos con ello:

Queridos amigos: Hoy he recibido docenas de mensajes de gente #LGBTQ people, así como de amigos, familias y aliados, que me decía que estaban decepcionados, desanimados y descorazonados por el último pronunciamiento del Vaticano sobre la prohibición de las bendiciones a matrimonios del mismo sexo…”

Para muchos de ellos, el documento ha sido profundamente desanimante, aunque quizá no sorprendente, dada la posición de la CDF [Doctrina de la Fe] desde hace tiempo sobre este asunto…”

Muchas personas, animadas por varios obispos alemanes y otros sacerdotes en Occidente que se han arriesgado a dar tales bendiciones, esperaban que esas bendiciones podrían representar un pequeño indicio de que la Iglesia podría reconocer lo que el documento de la CDF llama los “elementos positivos”…

“… de estas parejas, aun cuando no pudieran casarse dentro de la iglesia, en una unión sacramental. Especialmente doloroso para muchas personas LGBTQ que contactaron hoy conmigo fue la declaración de que Dios “no bendice ni puede bendecir el pecado”….

Promero, quiero decirles a mis amigos LGBTQ que estoy con vosotros en la oración.

Segundo, sabed que el viaje de la Iglesia con la gente LGBTQ es largo, y que Cristo está con nosotros -gente LGBTQ, familias, amigos y aliados- y nunca nos dejará. Pero es un viaje…”

Hace unos años, un joven gay me dijo que Howard Gray, SJ, un gran maestro de espiritualidad jesuita, le dijo: “Dios te quiere y tu iglesia está aprendiendo a quererte”. De modo que somos iglesia peregrina, que aprende, cambia y crece, incluso en medio de lo que a muchos podría parecer…”

decepciones e incluso corazones rotos”.

Tercero, recordad que, como dice el Salmista, “Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón” (34:18). No dudéis en derramaros en Dios en oración y en pedir la presencia de Dios”.

Además, ¿cuál es la alternativa? ¿Enclaustrarnos tras puertas cerradas como los discípulos en Viernes y Sábado Santos? ¿Vivir en el temor del futuro que Dios nos reserva? ¿Apartarnos aterrorizados del duro trabajo que todos los discípulos están llamados a hacer?”.

Pobre Martin.

La tentación de izar bandera blanca y adaptarse al mundo ha sido tentación de la Iglesia a lo largo de todas las épocas. A nadie le gusta ser el aguafiestas del grupo, a nadie le apetece caer mal, a todo el mundo le da pereza la marginación social y miedo la persecución.

Pero es una ilusión. El mundo nunca, jamás va a hacer las paces con la Iglesia mientras se mantenga fiel al mensaje de Cristo. “Si el Mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí primero”.

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