Un mes, treinta días querido amigo, y tu recuerdo anima mi esforzado
caminar.
Hay algo que no entienden los mortales. Hablan de un dolor temporal
que "ninguna bendición futura podría equilibrarlo" sin saber que el
cielo, una vez que se lo ha obtenido, trabaja hacia atrás y convierte en gloria
cada sufrimiento.
¡Valla si lo tienes ganado amigo, y eso me consuela!
Cuando se acorten los días juntos a mi sombra
Y en mi alma caiga sangrando el atardecer
Yo levantaré los ojos pidiendo al cielo
¡Volverte a ver . . .
volverte a ver!
Hubo un niño que vino a este acongojado mundo, no hace mucho, y regresó.
Lo llamábamos Blas. En su vida terrenal le apasionaba la perseverancia y el
buen combate. Produjo una estantería de videos sobre sus temas favoritos. Aunque
cueste creerlo, la filosofía preñaba sus pensamientos. Atrapaba con sus ideas.
Marchaba con sus sueños y con sus viajes imaginarios.
Enloquecía si se encontraba con alguien que se interesaba en sus
quimeras eternas. Bien, a su debido tiempo se fue en busca de alivio a su
atormentado cuerpo. Ningún poder de este mundo pudo lograr que se quedara, y
fuera, a los lugares que en sus ensueños amaba. Esperaba una caricia del cielo.
Pero, fue en vano, Dios sabe porque lo habrá elegido para este vuelo de alivio
y esperanza.
¡Su belleza espiritual no era de este mundo!
Una noche gris se fue
Y se marchó, sin pronunciar
ni siquiera un adiós, sin un adiós
Si alguien vislumbra, su errante sombra
lleva en sus manos retales de ternura
Sonriendo a medias se fue
Llevaba heridas, por toda el alma
No tuvo tiempo de cicatrizarlas
Miró a los cielos, pidiendo ayuda y gritó,
solo el silencio y se marchó
. . . .
Es
útil meditar acerca de la importancia del tiempo. Es en el tiempo que todos los
santos se han santificado y preparado para su salvación. Es en el tiempo que
todos los condenados tomaron el camino de la perdición eterna. El tiempo es un
gran tesoro que Dios nos da para adquirir las riquezas eternas. Al momento de
la muerte, cuando el alma se separa del cuerpo, se acaba el tiempo; ahora es la
eternidad. Eternidad feliz para el alma que se encontraba en estado de gracia
al momento de la muerte y eternidad miserable para el alma que estaba en pecado
mortal. Dios nos da el tiempo para conocerlo mejor, amarlo más y preparar con
su ayuda nuestra vida eterna.
Amigo, tú hiciste todo para la vida eterna, aunque eras un niño, y en
tus últimos días te miraba y te observaba, como nunca, pensativo, sereno, como
vaticinando el desenlace que se avecinaba.
¡Tú entereza me conmovía!
Tengo mi mochila vacía, solo recojo mi tiempo cansado, viajando en la
cornisa entre los que se fueron y los que me acompañan, y esperando que cuando
me toque partir, tu intercedas por mí para el reencuentro definitivo.
Roberto E. Franco
17.10.23
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