domingo, 28 de enero de 2024

EL HOMBRE ¿ANIMAL RACIONAL?

 

A medida que nos vamos sumergiendo, sin salvavidas, en el siglo XXI, observamos con pesar algunas manifestaciones que demuestran lo que muchos promotores de la globalización anhelan: la pérdida total de ubicuidad en el mundo en que vivimos, distraídos con pasatiempos fugaces.

En tres cuartos de siglo, ha cambiado tanto el mundo que, pese a haber aumentado la “instrucción”, ha caído estrepitosamente la cultura, la educación y los valores morales.

Al caer la fe, al disminuir la austeridad y al crecer el individualismo y el afán desenfrenado de ganancias y riquezas, hace que el hombre se vaya convirtiendo, aunque parezca mentira, en un lobo del hombre mismo.   

Antaño, a mediados del siglo pasado, lo que regía las relaciones humanas era el orden moral sustentado en la Fe, que aunque no fuera práctica, siempre estaba presente en las decisiones personales y familiares.

El hacer lento y cansino definía una impronta que daba tiempo suficiente para el contemplar y el hacer cosas valederas en el entorno familiar y comunitario.

De todo esto, se destaca firmemente el quehacer económico, que estaba regido por los mismos principios. 

Tomando el tema del campo, la esencia del hacer, del trabajo campesino era la “espera”.

Si, la espera a que la naturaliza fuese pródiga y beneficiosa con el clima que muchas veces es esquivo.

Si todo andaba bien, el regocijo mesurado era lo común en esta gente tan sacrificada.

Millares de pequeñas extensiones de campo y chacras crecían al unisonó del esfuerzo cotidiano del padre, la madre y muchas veces los abuelos, acompañados por innumerables hijos que crecían espiritualmente. Todavía no tenían injerencia ninguna de estas organizaciones mafiosas que todo, con el poder del dinero, lo han corrompido.

En las ciudades, las familias sobrevivían, unos mejor que otros, pero todos sobrevivían sin sobresaltos, y cuando aparecía una época de escasos ingresos, ahí estaba el almacenero de barrio, el tendero, el zapatero que siempre daban una mano solidaria, soportando ellos también las penurias temporarias.

¡Anda pídele a una multinacional, las que fueron trayendo de a poco y en silencio, - los políticos de turno -  que te fie hasta el mes que viene!

Entraron con la complicidad de gobiernos sumisos a las elites, de a poco y lentamente y así se fueron “comiendo” de a uno, lentamente, los reconocidos comercios que templaban el equilibrio comunitario.

Gualeguaychú llegó a tener más de quinientos almacenes y despensas, además de tiendas, zapaterías y tantos otros negocios.

El trabajo era familiar, el descanso era placentero, el ocio era estimulante para la faz espiritual de los seres humanos.

Todo eso se fue perdiendo, y no es casualidad.

Hasta el más ignorante tenía la convicción y el saber natural de lo que pasaba en el mundo.

Hoy se sabe mucho más cuantos goles, que hace y que compra, y como exterioriza su bienestar Messi, a que saber, entender e interpretar la tormenta que se viene encima detrás de la Agenda 2030, las energías renovables, la moneda digital, el transhumanismo y otros que nos sumirán en la más oscura esclavitud de la historia.

Lo bueno, es que será la peor esclavitud, pero nadie se dará cuentas y todos “estarán felices”.

No debemos olvidar que tanto Messi como la Reina de Holanda, son de los pocos argentinos que son empuñados por la elite, los demás no somos más que un número inservible a los que se nos debe mantener con comida basura, juegos estúpidos y drogas según Yuval Noah Harari.

¿Estaré tan lejos de la realidad?

                                                                                              Roberto E. Franco

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