Me queda tu sonrisa
grabada en el recuerdo
y el corazón me dice
que no te olvidaré
La noche tiene sus
encantos, la tranquilidad, el silencio para el recuerdo y el reposo natural de
una vida cansada, te instan a mirar apaciblemente las estrellas en una noche diáfana.
El día también tiene sus
magias, sobre todo cuando el sol con su poder, su belleza y su influjo de vida,
abraza la tierra, solo indemne cuando es ocultado por los frondosos árboles y
los majestuosos edificios de la gran ciudad.
Ahora, lejos de ese
torbellino, salgo presuroso al encuentro del sol, que me cubre con su calor y
da fuerzas a mis pasos, y lo que más me perturba y emociona es la sombra que se
proyecta en el pavimento sediento de agua, en el pasto reseco y en las paredes
viejas y despintadas de tantos casas añosas que envuelven mis recuerdos.
Pero si, salgo ansioso en
la busca del sol, y es porque hay algo más, mucho más, es porque con cautela,
giro la cabeza y veo mi espigada sombra que de a ratos de acorta, se
empequeñece, pero, aunque sea en mi imaginación, mi sombra se confunde con la
tuya.
Es más pequeña, más
movediza con saltos constantes, y la elevación al cielo de tus brazos que
tantas veces abrazaron mi fatigosa vida.
Quizás mi imaginación me
transporte por un mundo de locura.
Pero que importa, si con
este ensueño me reencuentro contigo amigo, aunque más no sea en mis sueños.
Vuelvo, y vuelvo sobre mis
pasos con el fin de reencontrarme con la misma figura. La encuentro otra vez más,
el regocijo cubre mi alma y regreso a mi mundo de todos los días.
Porque los
maniquíes me guiñan,
Los semáforos me
dan tres luces celestes
. . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Yo sé que estoy
piantao, piantao, piantao
Esa misteriosa sombra con
la que tanto jugábamos cuando caminábamos uno con el otro, servía para que te
adelantaras feliz y me dijeras “soy más alto que tú”, y era un motivo más de
regocijo en nuestros maravillosos encuentros.
cuando un
amigo se va
una estrella se ha perdido,
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.
Cinco meses de tu partida y
la tristeza es profunda, pues sé que cuando se acabe este aciago día y comience
el otro no tendré tu saludo cariñoso, alegre, como cada año lo hacías.
Roberto
E. Franco
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