viernes, 16 de febrero de 2024

ECONOMIA SOCIAL

 

Es una verdad irrebatible que la economía es social, no puede ser de otra manera. Si el hombre, por naturaleza, está obligado a vivir en sociedad, no quedan dudas de la razón social de la economía.

Es esencial tener en cuenta que, la empresa no es sustancialmente una mera unidad económica, sino una unidad social productora de riqueza. Es una unidad social con efectos económicos, no una unidad económica con efectos sociales.

En los últimos tiempos ha surgido un imperativo inexcusable de recrear la economía social, como algo nuevo, innovador, que intenta atemperar los destinos pérfidos del capitalismo globalizado.

Se dilucida como una alternativa a fin de paliar, contrarrestar los resultados nefastos de dicho capitalismo.

El capitalismo, en todas sus variantes, desde su aparición en el siglo XVIII ha evolucionado, como es lógico por su infame comportamiento, con etapas de distracción y entretenimiento, y etapas de retracción y rechazo.

Para estas últimas, ha encontrado siempre dentro de su universalidad, el antídoto para neutralizar y reencauzar el derrotero de dominación.

Así pues, el marxismo, contra cara complementaria del liberalismo, fue la primera expresión de - ¿rechazo? -  a tantos infortunios.

Luego aparecieron otros, la Doctrina Social de la Iglesia, desde fines del siglo XIX con la encíclica Rerun Novarum de León XIII, trató de recuperar la dignidad perdida por el hombre en lo que se conoció como la Cuestión Social.

La economía de bienestar de Keynes definió un tiempo esencial del capitalismo triunfante: bienestar material, languidez espiritual. Un avance estrepitoso en lo económico a costas de la pérdida constante de los valores esenciales de la vida social, lo que facilitaría la instauración de la globalización sin la presencia de voces masivas de rechazo.

El cooperativismo también ha sido interpretado como una variante para combatir la depredación capitalista. Su origen en el esplendor de la Edad Media exhibía una traza totalmente distinta. No era sectorizado y combativo de los desmanes del gran capital, sino que era la impronta de toda la vida comunitaria. La solidaridad se respiraba a diario en todos los ámbitos de la vida comunitaria.     

Todas estas adaptaciones que se intenta revivir en estos tiempos padecen de un mal intrínseco, la tentativa de injertar una idea, un concepto, un estilo de vida en una sociedad que mayoritariamente ha cambiado absolutamente sus parámetros de relación.

Esto es grave, con una comunidad internacional – sobre todo occidente – rendida a la liviandad, al consumismo y al hedonismo, donde la educación desapareció de los claustros. Solo queda la instrucción, que consiste en inculcar en los jóvenes  ideas fragmentadas, alejadas del conocimiento, y donde se cree que la tecnología es la esencia de este desquicio.

Totalmente falso, la tecnología solo presta un servicio auténtico, cuando está subordinada a una ciencia fundada en valores y en la Verdad.

Los grandes empresarios hambrientos por mostrar un lado solidario meten mano en la educación, para adecuarla a sus fines materialistas.

Y aparece una creación paradigmática, rodeada de un hálito milagroso que transforma los comportamientos maravillosamente.

Lo veremos . . . . . . . . . .

                                                                                                                             Roberto Franco

28.2.22

 

 

    

 

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