jueves, 1 de febrero de 2024

LA PRODUCCION Y SU FIDELIDAD A LOS ORIGENES

 


                                                Primero hay que producir lo suficiente que responde a   

las necesidades comunes a todos. Luego instituir un sistema                                                            

  económico que asegure la distribución universal de                                                                                                     

esos bienes hechos para todos. Si las finanzas no pueden                                                                                     

ajustarse a esa sencilla proposición, la finanza ha fallado

                                                                       y debe reemplazarse por otra”

Clifford Hugh Douglas  

Pensando y repensando la vida cotidiana del hombre común, observamos antídotos eficientes y profundos  que lo apartan de la realidad que le toca vivir.

Así, se sumerge profundamente en su mundo y se desentiende irremediablemente de lo que lo rodea. Solamente busca consagrar su efímera vida a alguna consumación consumista, o a la adoración de algún ídolo de los que le provee la farándula o el deporte, aunque a su mesa sólo llegan las migajas de los despilfarros que los poderosos realizan.

Esto sucede porque ya no quedan modelos – en el mundo - que promuevan una vida austera, heroica, atada a los valores. La impronta de la modernidad, que con su impulso desenfrenado de decadencia ha sometido hasta aquellos que deberían diseminar un hálito moral, somete y somete. Resulta que es más deleitable ser halagado por el mundo, que ser vituperado por éste, y ser fiel y consecuente con Dios.

La mayoría de esos hombres sometidos a estos desatinos pertenecen a la incalculable muchedumbre de trabajadores y excluidos que han llegado a catalizar que lo que hacen solo alcanza para permanecer. Y transitan su destino entre el tiempo que se esclavizan y el tiempo en que despilfarran las migajas de sus míseros emolumentos.

Es evidente que con el advenimiento del capitalismo, - en todas sus variantes (*) - se ha producido un defasaje inocultable en la integración de las diversas actividades económicas que tienen por finalidad originaria producir en función de las legítimas necesidades humanas. 

En sus comienzos, la actividad primaria constituía el meollo básico de la integración social en lo que hace a la vida económica.

El capitalismo, modificó esta impronta básica de la vida económica. La actividad primaria fue perdiendo su preponderancia originaria, para ser transformada en los últimos tiempos en un símil de la actividad industrial que acelera los procesos y procura la mayor rentabilidad.

La vida de campiña era trascendente para toda la comunidad, pues era el paradigma que marcaba los tiempos de trabajo y de descanso. El campesino dejaba fluir libremente los tiempos de la naturaleza, y en el entretanto se daba el lujo de contemplar esa transformación mágica y misteriosa que solo Dios conoce en sus esencias.

Como todo crecía al imperio del campo, con sus procesos activos y sus esperas fecundas, la ciudad se amoldaba a este arquetipo y el devenir era pausado y natural.

Pero el capitalismo, acarreó entre sus transformaciones profundas el encumbrar, primero a la industria  y luego a las finanzas como los nuevos arquetipos, no ya de la activa vida comunitaria, sino como rectores del orden económico global.

Es evidente que la abundancia regodea al mundo desde el momento que el hombre ha logrado acrecentar las fuerzas que le provee la naturaleza con su trabajo constante e innovador.

Pero la escena que fluye en el mundo, - también en los países desarrollados  - es que la miseria más vergonzosa se extiende ante una abundancia que se acumula sin pausa.

Si bien la gran industria es cómplice de la pobreza, adhiriendo a una función de producción leonina que prioriza el capital sobre el esfuerzo del hombre, se olvida aviesamente que ese capital ha sido constituido por el empeño constante de generaciones de hombres a través de los tiempos.

Las finanzas son el paradigma actual de dominio sobre la producción, la distribución, el consumo, y en síntesis, sobre el hombre.

Se clarifica este argumento siguiendo la tesis magnifica de Louis Even diferenciando demanda real de demanda eficaz.

La demanda real existe en relación con las necesidades legítimas de los hombres, mientras hay seres humanos que tienen hambre existe una demanda real por los alimentos requeridos. 

En tanto que la demanda eficaz existe solo cuando el dinero está unido con la necesidad.  

En el régimen económico financiero actual - vigente en el mundo – se observan muchas demandas reales desprovistas del dinero suficiente para hacerlas eficaces.

Es un sistema al revés, por el cuál el consumidor se vuelve el instrumento que se explota en lugar del amo a quién se sirve.

La solución humana y racional consiste en canalizar el dinero donde están las necesidades en lugar de originar necesidades donde hay dinero

Los productos nacen con la producción, desaparecen con el consumo.

El dinero también nace y desaparece, a veces lo vemos abundante y a veces escaso.   

Siguiendo a Even la producción es la que da valor al dinero. Una montaña de dinero sin productos con que responder no permite vivir. Ahora bien, los labradores, los industriales, los obreros, los profesionales, el país organizado son los que hacen los productos, mercancías o servicios. Pero los banqueros son los que hacen el dinero basándose en esos productos. Y ese dinero, que obtiene su valor de los productos, se lo apropian y lo prestan a los que hacen los productos. Es un robo legalizado.   

Otro hecho esencial es comprender que la ciencia que permite el aumento de la producción casi sin trabajo constituye una perversidad, pues el trabajo es una herencia que se transmite con las generaciones, y todos deben recrearse con los beneficios de esa herencia milenaria.   

 

Prof. Roberto E. Franco  

  

(*)  Tanto Adman Smith trabajando para Mr. Silbourne como Carlos Marx fiel a los Rothschild,  respondían a los mismos patrones y ninguno se atrevió a atacar a las finanzas, verdadero vasallaje de la humanidad. Al contrario, fueron serviles a ella.

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