jueves, 29 de febrero de 2024

LA SOLIDARIDAD Y EL ORDEN NATURAL

 

CAMINO SIN CESAR DETRÁS DE LA VERDAD

Y AL FIN SABER LO QUE ES LA LIBERTAD

NINO BRAVO

Estos dos conceptos para que prive el Bien Común deben ir íntimamente fusionados. No puede ir el uno sin el otro.

He decidido tomar un camino, no por el atajo, sino por el frente, para desentrañar tantas farsas pergeñadas satánicamente para esclavizar a la humanidad.

Encaro estas reflexiones que espero sean interpretadas en su real valía. 

Nombro el cooperativismo, no como un bien en sí mismo, sino como, quizás, el único instrumento de la vida económica y comunitaria que puede interpretar y hacer realidad la profunda relación entre la solidaridad y el orden natural.  

A su vez, me refiero al cooperativismo auténtico, no a tantos emprendimientos disfrazados de cooperativismo que explotan a sus integrantes sin brindarles ningún tipo de protección, como así tampoco aquella organización que utiliza el cooperativismo, pero que no cumple con sus postulados básicos, los que no nacen en Rochdale, sino mucho antes con la composición armónica y equilibrada de la Edad Media.

A su vez el cooperativismo, respetando su esencia, es el único instrumento organizado que tiene como aliado, a la comunidad para combatir el ataque siniestro de las multinacionales.

Lo real es que lo que se llama cooperativismo – muchas veces - está muy lejos de su esencia, pues prioriza el equilibrio financiero y económico, utilizando cualquier convenio, aunque sea aciago para su futuro, pero desprecia la lucha por su esencia, por su valía, por su servicio a la comunidad a la cual debe servir, y sobre todo “proteger” de los embates a que es sometida, dándole las herramientas filosóficas para unir esfuerzos y luchar contra la miseria a la que es sometida.

Pero si los dirigentes cooperativos – a nivel nacional - rinden pleitesías al Nuevo Orden Mundial, al Foro de  Davos y a la Agenda 2030, poco se puede esperar de ellos.

Es mucho más placentero alabar el becerro de oro – de oro pútrido – que presentar el buen combate, aunque las cicatrices mutilen su cuerpo.

La historia premiará a estos últimos, y cercenará a los primeros.

El camino cada día se vuelve más agrietado y la penumbra que penetra y penetra, deja azorados a aquellos que aún sueñan esperanzados con un renacer cada día más lejano.

El árbol añejo, frondoso y elegante sobresalía en la espesura del bosque, era la envidia y la frustración de sus vecinos enredados entre sus ramas punzantes. Era tanta la desazón, que llegaron a incinerarse para acabar con ellos al que era motivo de sus envidias. Las hojas se quemaron, pero con una nueva primavera el árbol añejo recuperó su hidalguía, su postura y su elegancia más apuesta que nunca. Y el bosque solo a él le perteneció.

Debemos estar esperanzados que multitudes de seres humanos recuperen la hidalguía y el coraje de este valiente árbol añejo, para recuperar el tiempo perdido, desandar el camino de tantos desengaños, y encontrar la íntima fusión entre la solidaridad y el orden natural, para transitar la avenida del Bien y la Verdad.  

                                                                            Roberto E. Franco

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