viernes, 15 de marzo de 2024

CIENCIA ECONOMICA VERDADES E HIPOCRESÍAS EN SU ESENCIA

 

Si nuestra imaginación incursionara en los imposibles e imagináramos un mundo utópico sin seres humanos, la ciencia económica (economía clásica) sería un elixir de lo necio.

Más aún, si imaginaremos un mundo sin seres humanos, pero con una gama infinita de robots, esa ciencia económica lograría su cometido siniestro.

Lo que subrepticiamente esconde la ciencia económica vigente es imponer en universidades y gobiernos democráticos de cualquier naturaleza, una visión del hombre que se ha ido imponiendo desde siglos atrás. Lutero, Calvino, Revolución Francesa, liberalismo, marxismo y globalización imponen esa concepción del hombre  - con fuerte contenido ecológico - que ve al hombre como un habitante más - y dañino - de la Madre Tierra.

Por lo tanto todos los postulados de la ciencia económica fundados en las ciencias exactas son  falsos y falaces.   

Ahora bien, si aceptamos que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, la consecuencia es inversa, y en el plano de lo económico desaparece la visión materialista y hedonista de la economía, para pasar a operar con sencillez el orden económico natural al cuál tanto temor y odio le tienen los promotores de este desquicio antinatural.

El objeto de toda ciencia es la verdad, que es el fin la inteligencia, en tanto que el bien es el fin de la verdad.

Pero hay dos tipos de ciencias:

Las especulativas o teóricas, que alcanzan su fin en sí mismas como la metafísica, la física y la matemáticas.

Las prácticas se ordena a un fin superior, tendientes siempre al bien del hombre.

Por lo expuesto, deducimos que la ciencia económica es una ciencia práctica. Debe procurar un bien al hombre, pero este bien debe estar ordenado a un bien superior.

Bajo esta concepción se evita lo propio de la ciencia económica sometida al naturalismo filosófico, que solo se ocupa de la satisfacción de las necesidades materiales.

Siguiendo a Santo Tomás, lo útil es objeto de la economía; pero lo útil está regido por la Moral y se identifica con lo honesto.

Ahora podemos entender los grandes problemas que padece la Argentina y el mundo, que no son problemas económicos, más bien muchos sí, porque esa economía identificada con las ciencias exactas no hace más que exacerbar el hedonismo y la concupiscencia  apartándose ilegítimamente del Bien Común.

La realidad nos exhibe el fracaso de esta ciencia económica, la que con su hálito de sobrenatural, siembra a su paso pobreza, marginalidad, y lo que es más grave, la indiferencia ante los padecimientos de muchos seres humanos.      

 ¿Qué hace falta para reconocer la infamia de esta ciencia económica?

Por un lado, la independencia de los economistas de los centros hegemónicos, para inundar los claustros de economía natural, simple, verdadera y solidaria.

Por otro lado, la valentía de quienes transitan el campo de la economía para aceptar el fracaso inducido de esta maraña, dejar de lado el horizonte plagado de iniquidades, levantar la mirada y encontrar en lo alto el enigma que nos demuestre que el hombre, con sus virtudes y defectos, es el centro del universo.

                                                                                                        Roberto Franco

9.6.22

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