COMUNIDADES
AUTOSUSTENTABLES
Tanto se habla de la planificación social, la que conduce a un futuro
de automatismo dependiente y dócil, que contradice claramente la condición
esencial de las comunidades: autoabastecerse de los productos básicos y que
pueden ser producidos por la comunidad.
Ese autoabastecimiento debe unir alimentos, energía, servicios básicos
y otros. Todo esto requiere un alto grado de capacitación para que los
elementos que se producen estén a la altura de la calidad de las principales
marcas.
Ello requiere de un compromiso
comunitario de todos sus componentes para alcanzar la autosuficiencia primaria.
El empleo no se identifica con el trabajo, van por caminos opuestos,
el empleo se da cuando alguien realiza una labor para otro del cuál recibe una
paga. El trabajo consiste en llevar a cabo una actividad que lo deleita
espiritualmente, donde deja su sello, su impronta.
La sustentabilidad está en relación directa con la consolidación y la subsistencia de la
trama social.
Pero hoy día corrido el telón de lo que hasta hace poco era
conspiranoico, ya son públicos los mecanismos de dominación que penetran a
todos los centros urbanos, hasta nuestra propia comunidad.
Pasa desapercibido, ante notas rimbombantes y frases llenas de “vacío”
pero que seducen a la incauta sociedad.
Este programa, si así se lo puede llamar, se viene gestando desde hace
décadas, con avances de la elite, lentos al principio y raudamente en la
actualidad al haber ido eliminando en el camino a los escollos que se oponían.
El arma parte de “la red de ciudades globales” – va desde las grandes ciudades hasta las más
pequeñas – a través de la cuál crearon un sistema único de distribución y
comercialización controlado desde las sedes imperiales, a fin de crear “uniformidad”
no solo en el consumo de productos, sino también en la cultura.
Esa red está encarnada en los “programas genocidas por capas” que empieza por mantener en las grandes
ciudades de los países no pertenecientes a la elite, un núcleo poblacional de
alto poder adquisitivo, los que manejan los intereses locales del imperio.
Siguiendo siempre con Walter Moore, ese “programa genocida por capas”
tiene la finalidad de exterminar a los grupos más débiles, debilitar a las
clases medias (castigadas en el reparto de la riqueza a través de los
“impuestos”), hasta lograr su exterminio.
No olvidemos lo dicho en otras notas sobre la ambición y deleite de terminar
con la clase media, para llevarnos a través de la Agenda 2030 a un comunismo
definitivo.
En lo cotidiano ese programa se manifiesta en que “los gerentes se
vuelven plomeros, los obreros cartoneros, llenando los campos de concentración:
las villas miserias.
Esto deviene en lo que se conoce como “técnicas sigilosas de
exterminio masivo” que incluye privación de comida saludable, deficiente
sistema de salud y de educación, y un futuro incierto. Todo esto provoca
enfermedades, desnutrición, alcohol y drogas, violencia y mortalidad infantil.
¿Nuestras ciudades no padecen estas distorsiones?
Están técnicas operan proponiendo la descomposición social junto al
logro de la fragilidad del estado, en consecuencia, se llega a las hambrunas y
pestes de los más débiles, alejados de la clase media que es “resguardada” para
seguir aportando los “impuestos” para
mantener a la elite y a los “intermediarios” que recaudan para aquella.
Eduardo Neira Alba ha analizado este plan maestro hace muchas décadas,
lo que demuestra la planificación de los satanistas durante mucho tiempo, nada
dejan librado al azar, pero, pero, sin cómplices vernáculos nada sería
posible.
Roberto Franco
16.6.22
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